jueves, 12 de mayo de 2016

Madres que son imagen de María

Querida Lupita:

Quisiera recuperar mi dignidad. Me siento como enlodada y despreciable. Mi esposo me abandonó cuando teníamos cinco años de casados y dos hijos pequeños. Sólo Dios sabe el dolor que yo viví. Desesperada, lo busqué y le suplicaba que regresara. Sólo obtuve desprecios. Un año después, otro hombre me habló de amor y me fui con él. Le mandé mis hijos a su papá; él ya estaba arrepentido, pero yo, cegada, quise empezar una vida nueva. Dos años de relación con esta persona, que era 15 años mayor que yo, y me engañó de todas las formas posibles. Hoy, sola y fracasada, quisiera recuperar a mis hijos, quisiera tener la familia que no supe valorar. Te busco a ti porque quiero estar cerca de Dios y sé que tú vas a ayudarme.

Consuelo K.

blog1

Hermana mía, Connie:

Tenemos un Dios Poderoso que nos ama y procura nuestro bien. ¡Sólo debemos escucharlo!
Nuestro mundo ha borrado a Dios. Es como si lo hubiéramos matado para no oírlo. Ya nos advertía Nietzsche que la muerte de Dios trastornaría a los hombres, más que cualquier cataclismo cósmico. El sufrimiento de tu corazón clama a aquellos que han sembrado pensamientos e ideas contrarias a la existencia de un Dios que se ha revelado al hombre. Cuando dejamos de lado los preceptos divinos, pagamos con dolor las consecuencias de nuestros actos, contrarios a nuestro propio bien.
Antes, se estudiaba el Catecismo a fondo y memorizábamos Oraciones, Sacramentos y Mandamientos para hacerlos vida. Hoy, ignoramos olímpicamente las directrices más importantes de nuestra existencia, en aras de un pensamiento libre (que, más bien, es un pensamiento en contra de lo establecido por el Creador).
El hombre, que está hecho para amar, no ama. Confundimos el verdadero sentido del amor y lo transformamos en sólo sentimentalismo.
Dios quiere el matrimonio y la familia, ¡nos diseñó así! Uno con una, para siempre. La fidelidad es una virtud que custodia y fortalece el amor humano. Donde entra la traición, se desploma todo. Tú lo has experimentado en carne propia.
Al leer tus palabras, me haces recordar un pasaje del Evangelio en el que Jesús sana a una mujer que estaba encorvada desde hacía 18 años (Lc, 13, 10). Leemos cómo Jesús, la ve, la llama, la toca y la sana. Ella no podía mirar al cielo; la carga de sus problemas la aplastaba, literalmente; sólo miraba al suelo; se valoraba poco o nada. Pero el Señor la amó, como te ama a ti, y la restauró por completo. La palabra griega que se usa para decir que la enderezó, significa también reconstruir. Ante todo panorama devastador, puedes empezar otra vez.
No sé si recuperarás a tu familia, pero Dios te devolverá tu dignidad y te convertirás en servidora fiel a su servicio, haciendo mucho bien a tu alrededor. Sólo tienes que elegirlo. Dar vuelta en U. Pide a María Santísima que sea tu fortaleza, tu ejemplo inspiración.
Las Sagradas escrituras ofrecen un ideal para la mujer de todos los tiempos:
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas (Prov. 31:10).
Dedica el resto de tu vida a imitar a María y recibirás las bendiciones abundantes que el Señor tiene preparadas para ti. Puedes pedir con serenidad el milagro de la reconstrucción de tu hogar. Haz una buena Confesión General y te sentirás ligera, lista para iniciar tu camino mirando al cielo. Ofrece tus dificultades en beneficio de tu esposo e hijos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario