jueves, 5 de mayo de 2016

Antipapas de Avignon

No todos los momentos en la vida de la Iglesia han sido gloriosos

Después de los casi 70 años de exilio de la Sede Apostólica en Avignon, Francia, entre 1309 y 1377, con siete Papas franceses: Clemente V, Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V y Gregorio XI, una facción de Cardenales se empeñó en que la Sede del papado continuara en Avignon. La consecuencia fue el Cisma de Occidente, un tiempo durante el que hubo dos antipapas. Acerquémonos a la historia de cada uno de ellos:

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Clemente VII, antipapa
El primer antipapa de Avignon, Clemente VII, de nombre Roberto de Ginebra, nació en Ginebra, Francia, en 1342, y murió en Avignon el 16 de septiembre de 1394, a los 52 años. Su pontificado ilegítimo comenzó en 1378, y duró 16 años.
Había sido ordenado obispo de Thérouanne a los 19 años de edad. Estudió en la Universidad de La Sorbona, de París. Fue Canciller en Amiens y Canónigo de la Catedral de París. En 1368 fue nombrado Arzobispo de Cambray, y en 1371 Gregorio XI lo creó Cardenal.
Tras la Declaración de Anagni, de 1378, fue electo por los 13 Cardenales franceses que buscaban reemplazar al Papa Urbano VI, tras declarar la invalidez de su elección.
El antipapa Clemente VII fue reconocido, tanto por Francia, Escocia, Castilla, Aragón, Navarra, Portugal, Dinamarca, algunos Estados alemanes, Noruega y los Territorios de los Saboya, como por Teólogos y Religiosos de prestigio, como San Vicente Ferrer, el Beato Pedro de Luxemburgo y Santa Coleta de Corbie.
Para legitimarse, pretendió conquistar Roma, pero en abril de 1378 su ejército fue vencido por el de Urbano VI. Tras la derrota, se refugió en Nápoles y luego se trasladó a Avignon, donde estableció su residencia en 1379.
A la muerte del Papa Urbano VI, en 1389, Clemente intentó ser reconocido como único Papa legítimo, pero los Cardenales urbanianos eligieron, en Roma, al Papa Bonifacio IX.
El cuerpo del antipapa Clemente VII fue sepultado en la Catedral de Notre Dame, de París, y en 1401 se trasladó a la Iglesia de los Celestinos.
A pesar de su anhelo de reconocimiento como verdadero Papa, con la reunificación del papado en Roma, en el Concilio de Constanza se estableció que la línea de Avignon se consideraría no canónica, y que, por tanto, el verdadero sucesor de Gregorio XI era Urbano VI y no Clemente VII.

Benedicto XIII, antipapa
El segundo antipapa de Avignon, Benedicto XIII, de nombre Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, nació en Illueca, Reino de Aragón, España, el 25 de noviembre de 1328, y murió en Peñíscola, Reino de Valencia, España, el 23 de mayo de 1423, a los 95 años. Su pontificado ilegítimo comenzó en 1394 y duró 29 años.
Había cursado estudios militares y luego ingresó al Seminario. Estudió Leyes y fue Profesor de Derecho Canónico en la Universidad de Montpellier. Luego de ser Obispo, en 1375, fue creado Cardenal por el Papa Gregorio XI, a quien había acompañado en su regreso a Roma.
A la muerte del antipapa Clemente VII, Pedro Martínez de Luna resultó electo en Avignon, pero el Rey de Francia se opuso a reconocerlo por la inconveniencia que representaba ser súbdito de la Corona de Aragón.
En menos de cuatro años Francia le retiró su apoyo político y financiero, y lo presionó para que renunciara, pero ante su negativa, con la que argumentaba evitar un daño irreparable a la Iglesia, el ejército francés sitió el Palacio Apostólico de Avignon, y Benedicto XIII tuvo que huir en 1403, acompañado de cinco Cardenales. Los otros 17 abandonaron la obediencia de Avignon.
Benedicto XIII argumentaba que su papado era auténtico porque solamente él había sido creado Cardenal antes del Cisma. En 1406, el Papa de Roma, Gregorio XII, propuso que ambos renunciaran de manera conjunta para unificar la Sede Apostólica, con un nuevo y único Cónclave, pero no fue posible porque Benedicto XIII insistió, desde Avignon, en su exclusiva legitimidad.
Finalmente, triunfaron las tesis conciliaristas, que defendían que el Concilio era superior al Papa, y al negarse nuevamente a renunciar, Benedicto XIII fue condenado en el Concilio de Constanza, de 1415, como hereje y antipapa, mientras que el Papa Gregorio XII, de Roma, renunció en favor de unificar a la Iglesia, y el Concilio designó a Martín V como Pontífice único. El antipapa murió en 1423, a los 96 años, en el Castillo de Peñíscola, una antigua fortaleza templaria donde había instalado su Sede.
Por ventura de Dios, la Sede Apostólica ya había regresado a Roma, y de Avignon no queda más que el recuerdo de un mal momento en la Historia de la Iglesia, que nunca jamás deberá repetirse.

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