jueves, 19 de mayo de 2016

El lenguaje que une

Amor familiar DIF Jal

Daniel León Cueva

Los estudiosos, los teóricos y expertos de la Psicología suelen coincidir en interpretar y explicar las manifestaciones corporales y las expresiones de la conducta humana, así sean espontáneas o provocadas; bien reflejen aceptación o rechazo.
De todos modos, fuera de elucubraciones y aun definiciones muy analizadas y hasta comprobadas, lo cierto es que existe plena libertad para observar en otros o experimentar en uno mismo las sensaciones más diferentes que propician los sentidos, los momentos y circunstancias.
Entrecerrar los ojos, por ejemplo, no quiere decir negarse a ver. Mucho menos si va de por medio el tacto o un beso. Es abrir la imaginación, la mente y el corazón a la fantasía creadora y al latido afectuoso. Es hacer brotar la sonrisa que gratifica y cautiva. Es poner a funcionar la mecánica biológica que activa al espíritu.
Y así parece leerse esta imagen, que vuelve arrobadora un pequeñín diagnosticado con atraso, pero arropado con el amor de sus progenitores. Ya pasaron el Día del Niño y el de la Madre, y se asoma el inventado Día del Padre. Sin embargo, fuera de esas fechas de cuadrada agenda comercial, ellos conforman un genuino círculo compacto, un triángulo sin fisuras.

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