jueves, 12 de mayo de 2016

El que me ama, cumplirá mi Palabra

Juan López Vergara

El Santo Evangelio que nuestra Madre Iglesia dispone en la Mesa de la Eucaristía, nos motiva a celebrar la Victoria de Cristo Resucitado, con la mirada puesta en el Misterio de su Pascua, que nos impulsa a transformar nuestras vidas por medio del envío del otro ‘Paráclito’, que nos llevará a dar testimonio con nuestras obras (Jn 14, 15-16. 23-26).

EL PRIMER ANUNCIO DEL PARÁCLITO
Las palabras de Jesús son parte de su testamento espiritual, donde expresa que el amor de los suyos se manifiesta en el cumplimiento de sus Mandatos (véase v. 15). Jesús hace el primer anuncio del Paráclito: “Yo le rogaré al Padre y les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes” (v. 16). El Evangelio según San Juan es el único que llama ‘Paráclito’ al Espíritu. El significado del término es amplísimo: ayudante, sustentado, protector, abogado, animador, iluminador.

EN EL CORAZÓN DEL MISTERIO DE LA INTERIORIDAD
El Evangelista nos orienta hacia el Misterio Personal del Hijo y su comunión única con su Padre: “El que me ama, cumplirá mi Palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada” (v. 23). “A su presencia radical, que mantiene todos los seres en su existencia -afirma C. A. Bernard-, Dios añade un nuevo tipo de presencia: Él, que es Uno en la Trinidad de Personas, se manifiesta al alma como Dios vivo. Ese mismo Misterio de Interioridad se presupone también para una justa inteligencia del tipo de vida mística, caracterizada por el proceso de conformación con Cristo” (Teología mística, Monte Carmelo, Burgos 2006, Pág. 286). Si bien esto se develará únicamente después de su Pascua: “Aquel día comprenderán que Yo estoy en mi Padre y ustedes en Mí y Yo en ustedes” (v. 20). Así se expresa que las relaciones entre Jesús y sus discípulos son, en cierto modo, análogas a las que le unen con el Padre, como vemos en el Discurso de la Sinagoga de Cafarnaúm (véase Jn 6, 57).

NO HAY RUPTURA, SINO CONTINUIDAD
En el primer Anuncio, el Paráclito es presentado como ‘otro Jesús’; de ahí que Él será el encargado de recordar la enseñanza de Cristo: “Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto Yo les he dicho” (vv. 25-26; compárese v. 17). Por lo tanto, no hay ruptura, sino continuidad entre ellos.
Con honda gratitud, a partir de nuestra Fe en el Misterio Pascual, tenemos la confianza de que Jesús ahora está glorificado, y nuestra relación con Él radica en una comunión de vida testificada con obras. En el Cuarto Evangelio, Jesús, al igual que el Padre, afirma su derecho a ser amado y obedecido: “El que tiene mis Mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre, y Yo le amaré y me manifestaré a él” (v. 21). Este verso forma una reveladora inclusión con el Versículo 15: “El que me ama, cumplira mi Palabra”.

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