jueves, 21 de julio de 2016

Para ser íntegros, María y Eucaristía

Querida Lupita:

Estoy en una encrucijada y no encuentro la salida. Estudié Enfermería porque me gusta ayudar. Amo hacer lo necesario para conseguir que los enfermos sanen; los atiendo con cariño porque soy una mujer de Fe y veo en ellos a Cristo mismo. Acaban de darme una promoción en la que recibiré el salario que necesito para sacar adelante a mis tres hijos, pero ¡se trata de algo relacionado con la práctica de abortos! Si no acepto, no me mantienen mi trabajo anterior y me despiden. No puedo quedarme sin empleo porque soy madre soltera. Quiero ser fiel al Dios en el que creo; mas, ¿qué voy a hacer si me quedo sin trabajo?

Graciela L.

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Hermana mía, Chela:
Quienes creemos en Dios, hemos de confiar plenamente en Él. Estamos viviendo tiempos en que se pondrá a prueba la integridad de los cristianos. Ser íntegro significa hacer lo que tiene qué hacerse sin importar las consecuencias.
De acuerdo a la Cátedra del Profesor Carter, de la Escuela de Leyes en la Universidad de Yale, la integridad requiere tres componentes:
A) Distinguir el Bien del Mal.
B) Actuar conforme a nuestras convicciones, eligiendo el Bien.
C) Expresar sinceramente que estamos actuando de acuerdo a nuestros principios.

Hacer lo correcto puede tener implicaciones negativas al corto plazo; pero, tarde o temprano, recibirás las Bendiciones que Dios otorga a quienes le aman.
Tal vez conozcas la historia de un famoso Abogado que trabajaba para el mafioso Al Capone. Era tan bueno en su especialidad, que por más que la Ley perseguía a su cliente, no lograba capturarlo. Cuando este Abogado, conocido como “Eddie el tranquilo”, tuvo un hijo, quiso darle lo mejor. Al verlo crecer, y habiendo establecido una hermosa relación con él, Eddie revisó en su conciencia el hecho de que podía darle todo a su hijo pero no un buen nombre, ya que habría quienes le dirían, más adelante, que su papá ayudaba a un gángster. Entonces tomó una decisión que le haría un hombre íntegro: se entregó a las Autoridades y fue encarcelado. Más tarde, cuando se hizo necesario, testificó contra Al Capone para que se hiciera justicia, al fin.
Su hijo creció y entró al Ejército estadunidense; se hizo Piloto de la Fuerza Aérea y se convirtió en héroe durante las batallas contra Japón en el Pacífico, en 1942. Era un chico muy hábil, íntegro y valiente. Su nombre lo lleva el Aeropuerto de Chicago: Edward O’Hara.
La decisión de integridad que tomó su padre influyó determinantemente para el bien de su hijo. Todo lo bueno que hacemos repercute en beneficio de nuestros hijos y nietos.
Elige el Bien, defiende la vida del no nacido, aunque duela. Habla a tus hijos de esta determinación y ellos sabrán admirar tu integridad. Confíen en que Dios puede sacar bienes de males, y mantengan viva la Esperanza.
Seguir a Cristo exige integridad, y para vivirla sin miedo podemos acudir a dos ayudas sobrenaturales poderosas: María y Eucaristía. Santa María, decía San José María Escrivá, es modelo y Madre de la Iglesia; nos enseña a tratar a Jesús, a encontrarle en las diversas circunstancias del día, y de modo especial en el Santo Sacrificio de la Misa.
Con Rosario en mano y Comunión frecuente, los más grandes desafíos jamás serán invencibles.

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