Los pueblos hemos nacido de emigrantes; migrantes somos
El Papa Francisco, en pocos días de visita al Continente Americano, estando en dos países disímiles en muchos aspectos, pero ambos hambrientos de humanidad y desarrollo sustentable, se ganó el cariño y admiración de propios y extraños. Recorrió tramos importantes de un país sencillo pero muy cálido en su gente. Convivió, disfrutó y predicó a creyentes y no creyentes en un lugar en donde según el decir del Papa Juan XXIII– apenas caminan pero están en el rumbo, “en vías de desarrollo, y todavía con muchas limitaciones impuestas”. De ahí, su pastoreo lo llevó a otro país –igual, de seres humanos hambrientos de Fe y Esperanza, aunque diferentes en muchos sentidos–, que representa la cúpula y lidera, en muchos sentidos, a los más desarrollados del planeta.
Lo mismo en Estados Unidos que en Cuba, abrió su corazón de Pastor, su sensibilidad de Estadista; pero, sobre todo, dejó ver sus preocupaciones muy humanas de hijo de Dios. Francisco es un Pontífice para quien “nada verdaderamente humano le es ajeno” en su enorme tarea de ser el Primado para el servicio. Tiene la tarea de confirmar a todos en la Fe. Enfrenta las limitaciones de la edad; por contraparte, un entusiasmo, fortaleza, claridad mental y experiencia de Pastoral popular, poco vistos, además de serenidad ante los riesgos y dificultades y, como regalo, un impacto mediático provocado por su cercanía personal.
Ha hablado de temas indistintos con preocupación y solvencia, enterado de las vicisitudes más profundas del ser humano. Principalmente, se dirigió a la Familia, que debiera tener carta de ciudadanía en cualquier país del mundo; ocurren, también, ataques desde variados frentes. A Filadelfia llegaron familias de los cinco Continentes. Ahí habló en un lenguaje muy próximo, lleno de colorido, pero que, al mismo tiempo, nos desafía. Dijo: “…nos lleva a preguntarnos hoy, aquí, en el final de esta fiesta: ¿Cómo estamos trabajando para vivir esta lógica en nuestros hogares, en nuestras sociedades? ¿Qué tipo de mundo queremos dejarles a nuestros hijos?”.
La Familia es el centro de las preocupaciones mundiales en muchos sentidos; que tiene abundantes problemas colaterales que, decididamente, repercuten en la conformación de los individuos, de lo cual no hay duda. Están presentes, de manera capital, la economía, la alimentación, los derechos que se les otorgan o se les conculcan a los diversos grupos del entorno familiar. Hoy, buscando la paz y el bienestar, para muchos es imprescindible salir de su propia tierra, dejar el hogar en búsqueda de otros horizontes. Subrayó el Papa: “Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial”. Pero la tarea es nuestra, de todos: “En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades”.
Las diferencias de los pueblos son necesarias, enriquecedoras; pero hay diferencias que aniquilan, que segregan e impiden tener acceso a una verdadera humanidad. Nuestro planeta tiene recursos suficientes; es necesario administrarlos correctamente: “El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor, son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable”.
Su visita no ha sido un monólogo, como recetando soluciones desde un escritorio (por más alto que sea); han sido respuestas al sentir de los pueblos y a las necesidades más flagrantes, cumpliendo el deber de impulsar, desde la Fe, a todos los creyentes comprometidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario