jueves, 22 de octubre de 2015

La Misión es pasión por Jesús y su Iglesia

Mes de las Misiones

Octubre también es el Mes de las Misiones y un tiempo propicio en el que la Iglesia nos recuerda que todo bautizado es un Misionero y tiene la obligación de anunciar y predicar su Fe en los ambientes en que se desenvuelve, comenzando por su familia.

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Dulce Natalia Romero Cruz

La Misión es una parte fundamental de la naturaleza de la Iglesia, dice la Evangelii Gaudium; es parte de su ser, que Cristo le confió. El Evangelio de San Mateo, en su Capítulo 18, menciona que Jesús les dice a los discípulos que vayan por todo el mundo, que bauticen a la gente y la enseñen a vivir como Él les ha comunicado. Ya desde el inicio, es una salida hacia los demás, salir desde uno mismo, ir de Misión. La primera Comunidad de Discípulos sale desde Jerusalén y de Palestina, para ir a todos los lugares hasta entonces conocidos.

La misión en la Vida Consagrada
Durante el mes de octubre se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, y en este 2015 tiene lugar en el contexto del Año de la Vida Consagrada. En el Mensaje del Papa Francisco, para esta ocasión pidió reflexión y oración. El texto dice que “si el bautizado está llamado a dar testimonio de Cristo proclamando la Fe que ha recibido como un don, esto es particularmente válido para la persona consagrada, porque entre la Vida Consagrada y la Misión subsiste un fuerte vínculo.
“El seguimiento de Jesús, que ha dado lugar a la aparición de la Vida Consagrada en la Iglesia, responde a la llamada a tomar la Cruz e ir tras Él, a imitar su dedicación al Padre y sus gestos de servicio y de amor, a perder la vida para encontrarla. Y dado que toda la existencia de Cristo tiene un carácter misionero, los hombres y las mujeres que le siguen más de cerca asumen plenamente este mismo carácter”.
También mencionó, el Santo Padre, que la acción misionera no es proselitismo; es la respuesta al Mandato de Jesús: “id”, donde “están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la Misión Evangelizadora de la Iglesia. En ella, todos están llamados a anunciar el Evangelio a través del testimonio de la vida; y de forma especial se pide a los consagrados que escuchen la voz del Espíritu, que los llama a ir entre las personas a las que aún no ha llegado el Evangelio”.
Una tarea universal
Durante el Mensaje, recordó el Quincuagésimo Aniversario del Decreto Conciliar Ad gentes, que dio un fuerte impulso misionero a los Institutos de Vida Consagrada y a Santa Teresa del Niño Jesús como Patrona de las Misiones e inspiradora del vínculo íntimo de la Vida Contemplativa con la Misión.
A los jóvenes que siguen a Jesús y son capaces de dar testimonios valientes y de realizar hazañas generosas, a veces contra corriente, les dijo que “no dejen que les roben el sueño de una Misión auténtica, de un seguimiento de Jesús que implique la donación total de sí mismos.
“Hoy, la Misión se enfrenta al reto de respetar la necesidad de todos los pueblos, de partir de sus propias raíces y de salvaguardar los valores de las respectivas culturas. Se trata de conocer y respetar otras tradiciones y sistemas filosóficos, y reconocer a cada pueblo y cultura el derecho de hacerse ayudar por su propia tradición, en la inteligencia del Misterio de Dios y en la acogida del Evangelio de Jesús.
“La Vida Consagrada Misionera, con el voto de pobreza, escoge seguir a Cristo en esta preferencia, no ideológicamente, sino como Él, identificándose con los pobres, viviendo como ellos en la precariedad de la vida cotidiana y en la renuncia de todo poder para convertirse en hermanos y hermanas de los últimos”.

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Respuesta generosa
Además, el Papa Francisco advirtió en el Mensaje que, para vivir el testimonio cristiano entre los pequeños y los pobres, las personas consagradas están llamadas a promover, en el servicio de la Misión, la presencia de los fieles Laicos.
“La Misión de los servidores de la Palabra –Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Laicos– es la de poner a todos, sin excepción, en una relación personal con Cristo. En el inmenso campo de la acción misionera de la Iglesia, todo bautizado está llamado a vivir lo mejor posible su compromiso, según su situación personal. Una respuesta generosa a esta vocación universal pueden ofrecerla los consagrados a través de una intensa vida de oración y de unión con el Señor y con su sacrificio redentor”.
Para finalizar, encomendó a María, quien es Madre de la Iglesia y modelo misionero, a todos los que, ad gentes o en su propio territorio, en todos los estados de vida, cooperan al Anuncio del Evangelio.

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