jueves, 15 de octubre de 2015

Ser cristiano y no servir, es contradictorio

Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara

Hermanas, hermanos:

Siguiendo con el tema de la semana anterior, a propósito de la actitud de servicio –antes que nada– que pide Jesús para sus discípulos, decimos hoy que se puede servir a toda la Sociedad con gestos y actitudes muy concretos.
Por ejemplo, la forma en cómo atravesamos las calles, cómo manejamos nuestro automóvil, si es que lo tenemos; nuestra forma de relacionarnos, etcétera, pueden vivirse como un servicio a la convivencia, a la armonía y a la paz. Si yo me cruzo indistintamente en cualquier lugar de la calle, no sólo pongo en peligro mi existencia, sino que, además, no estoy sirviendo al buen orden del tráfico. O si yo me estaciono en doble fila, cuando sé que se requiere la amplitud de la calle para que transiten los vehículos, no estoy asumiendo una actitud de servicio al bien común, al bien de los demás. O también, si voy por la calle, y arrojo donde se me ocurre la basura, sin fijarme que es la vía pública, estoy adoptando una actitud de poco servicio a la salud y al bienestar de la Sociedad, lo mismo que si llego impuntual a mi trabajo o si soy irresponsable en mis compromisos.
Todas las actitudes de nuestra vida reflejan nuestro compromiso con el servicio para con los demás, y todas nuestras actitudes pueden ser decisivas para tener un clima de sana convivencia, de respeto, de armonía y de paz.
Si nos preciamos de ser discípulos de Cristo, tenemos que vivir en una actitud de servicio. El que quiera ser el primero, “hágase servidor de los demás”, indica Jesús. Es una contradicción que en una nación mayoritariamente cristiana, bautizada en Cristo Jesús, se den tantos actos de injusticia, que hieren lo más profundo de la dignidad de las personas.
¿Cómo es posible que seamos mayoría de cristianos, y en el seno de nuestra Patria haya sectores empobrecidos hasta el dolor? ¿Cómo se explica que en un pueblo predominantemente cristiano se den situaciones tan evidentes de injusticia y de corrupción? Cuando debiera de ser, si somos mayoritariamente discípulos de Jesús, haber desarrollado un sentido y una capacidad permanente de servicio, sin distinción; de respeto a la dignidad de todos, como lo hizo Jesucristo, con nuestra pobre Humanidad. Él no se reservó absolutamente nada, sino que se dio por completo.
No provoquemos que el Mensaje de Jesús vaya por un canal, y nosotros vayamos por otro canal, pensando solamente en nuestras conveniencias, como lo hicieron en su momento los Apóstoles. Ellos estuvieron en otra frecuencia, preocupándose, más bien, sobre quién sería el que ocupara el mayor cargo en el Reino de Dios.
Somos discípulos del Señor, y hay que empatar el deseo, la voluntad de Jesús con nuestra voluntad, con nuestros deseos.

Yo los bendigo en el Nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.

“Os exhorto, a todos, a dar la vida por Cristo; a ser fieles a las enseñanzas recibidas; a manteneros firmes frente a los que pretenden socavarlas; a vivir la caridad y la unidad entre todos” (San Ignacio de Antioquía).

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