GUADALAJARA ARQUIDIÓCESIS
Se ofrecen algunas reflexiones acerca de lo que ha implicado para Guadalajara ser, desde el 26 de enero de 1863, cabeza de una Provincia Eclesiástica de la que en su tiempo formaron parte las Diócesis de Durango, Sonora, Monterrey y Zacatecas
Pbro. Tomás de Híjar Ornelas
Cronista Arquidiocesano
La Iglesia Católica, universal en su misión, se hace particular en aquellos lugares donde administra los Sacramentos mediante Diócesis confiadas a un Obispo y a su Clero. Si el número de bautizados crece, conviene separar un buen número de Parroquias para crear otra nueva Diócesis. Cuando sucede tal cosa, la Sede original recibe el título de Arquidiócesis, como ocurrió con la Iglesia de Guadalajara hace uno y medio siglos, convertida en cabeza de la Provincia Eclesiástica de ese nombre, a la cual pertenecen hoy en día los Obispados de Tepic, Colima, Aguascalientes, Autlán, Ciudad Guzmán y San Juan de los Lagos, así como la Prelatura Misional de Jesús María, en la Sierra del Nayar.
Hay que ponderar lo que implica, para los bautizados que formamos parte de la Arquidiócesis tapatía, que al acontecer este suceso, el 26 de enero de 1863, sólo había una Provincia Eclesiástica en todo México, y que desde muchos años antes, entre 1816 y 1817, tanto el Ayuntamiento de Guadalajara como su Cabildo Eclesiástico habían pedido al Rey Fernando VII que solicitara al Papa la elevación al rango arquiepiscopal a esta Mitra guadalajarense, proyecto frustrado por el proceso de emancipación de estos territorios y la accidentada conformación del nuevo Estado, que en menos de medio siglo fue Imperio y República más de una vez.
HACE DOS SIGLOS
En la transición del antiguo al nuevo Régimen, los Clérigos novohispanos participaron de forma intensa tanto en el campo de las ideas como en la lucha armada. Muchos juristas y caudillos fueron Sacerdotes o Religiosos. De los 2,300 integrantes del Clero Secular de las nueve Diócesis que había entonces, casi 400 se involucraron en la lucha por la Independencia.
Este 14 de septiembre, se acaban de cumplir 200 años de dos episodios memorables para la identidad de los mexicanos: la publicación de ‘Los Sentimientos de la Nación’, de José María Morelos y Pavón, y el Discurso de Clausura del Presidente de las Cortes de Cádiz, José Miguel Gordoa y Barrios, Sacerdotes ambos, uno del Clero de Michoacán y otro del de Guadalajara.
Desde distintas trincheras, pero encaminados a lo mismo, estos ministros sagrados, el Caudillo Morelos y el Diputado Gordoa, dejaron sendos testimonios de su compromiso en la transformación social de su tiempo, pues siendo ambos Pastores plenamente identificados con su investidura sacerdotal, José María Morelos, haciéndose llamar el ‘Siervo de la Nación’, nos dejó en sus ‘Sentimientos’ la esencia de sus anhelos: soberanía y libertad en favor de un pueblo que concibió profundamente católico, bajo un régimen de gobierno republicano y democrático; José Miguel Gordoa, por su parte, abogó a favor de una monarquía constitucional basada en el acatamiento a un sistema jurídico cuyas bases eran el reconocimiento y la tutela de los derechos humanos de todos los súbditos del Trono español, sin distinción entre peninsulares, criollos y castas.
Que dos Eclesiásticos novohispanos elevaran su voz el mismo día, 14 de septiembre de 1813, en dos Tribunas tan egregias, el Congreso de Chilpancingo y las Cortes de Cádiz, separadas no sólo por una distancia de 9,000 kilómetros, sino también por la diversidad del sistema de Gobierno, contextualiza el alto grado de compromiso social de los Pastores y del catolicismo mexicano. De forma tardía, explicable por las vicisitudes de entonces, la Sede Apostólica reconocería dicha madurez al duplicar, hace 150 años, el número de Diócesis en este suelo, y conceder, a dos de las más antiguas, Michoacán y Guadalajara, el rango de Metropolitanas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario