viernes, 20 de septiembre de 2013

El Evangelio y su aplicación en nuestros días

Cardenal José Francisco Robles Ortega,

Arzobispo de Guadalajara


Hermanas, hermanos:


Con la Gracia y la Fuerza del Espíritu Santo, los animo a descubrir desde nuestra realidad este gran proyecto pastoral de la Iglesia, que es la Nueva Evangelización. En nuestra civilización actual se mantiene una inadecuada visión del hombre porque se le ha amputado de una dimensión esencial de su ser.

La Constitución Pastoral Gaudium et spes toca el fondo del problema cuando afirma: “El misterio del hombre sólo se esclarece en el Misterio del Verbo Encarnado”. La muestra es, sin duda, que se trata de la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre; sin embargo, paradójicamente, es la época de las más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y destino, y del rebajamiento del ser humano a niveles antes insospechados.

Hoy en día, ser humano posee una tendencia innata, conforme lo expresaron los Obispos reunidos en Santo Domingo, para acoger a las personas; para compartir lo que tiene; para la actividad fraterna y el desprendimiento; para sentir con dolor las necesidades y valorar mucho los vínculos de la amistad.

No obstante, debido a las desigualdades sociales que dañan irremediablemente el ser de la persona, que brotan de la falta de respeto al ser humano, imagen y semejanza del Creador, y a sus derechos inalienables como hijos de Dios, se imponen estilos contrarios a su ser y a su forma de vivir como tales, pues el poder, la riqueza y el placer efímero se han transformado en obra máxima de funcionamiento y en criterios decisivos para la organización social. Es así como resulta común ver entre nosotros una infinidad de rostros que reclaman justicia y bienestar.

Las ciudades son lugares de libertad y de oportunidad; en ellas, las personas tienen la posibilidad de conocer, interactuar y convivir con más gente; en las ciudades es posible experimentar vínculos de fraternidad, de solidaridad y universalidad; en ellas, el ser humano está llamado constantemente a caminar siempre más al encuentro con el otro, a convivir con el diferente, a aceptarlo y a ser aceptado por él.

Hermanos, ante esta irrefutable realidad, nuestra Fe debe fortalecer e iluminar nuestro camino. Gracias a Dios, en América Latina y El Caribe hay mucha gente que sigue con fidelidad a Jesucristo, aun en circunstancias adversas, y tiene un intenso amor a la Santísima Virgen María, quien, como Madre de Cristo y de la Iglesia, es el modelo a seguir por parte de todos nosotros como discípulos y evangelizadores, merced a su testimonio de oración, de escucha y de disponibilidad al servicio del Reino.


Mientras tanto, los bendigo

en el nombre del Padre,

y del Hijo y del Espíritu Santo.


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