jueves, 3 de diciembre de 2015

EDITORIAL

Violencia de razones y remedios equivocados

El planeta que habitamos, hoy se enorgullece sobremanera de adelantos tecnológicos, científicos y de un sinfín de conquistas. Quedan, sin embargo, dolorosas deudas pendientes. La Humanidad, a través de los siglos, no se cansa de fabricar guerras, de inventar o reciclar dificultades, y con cualquier pretexto saca el puño de la violencia que actualmente, por desgracia, usa también de la tecnología de punta.
Un día sí y otro también, los Medios de Comunicación dan cuenta de los trastornos del mundo. Se proclama para la venta el deterioro de la paz; páginas enteras magnifican las contiendas y los odios. Francisco, nuestro Papa, dice una verdad que duele pero identifica razones profundas de este cáncer presente: “Terrorismo y violencia se alimentan de la pobreza y el miedo”.
El recuento de males es historia que se alarga por centurias. No obstante, cada persona de cualquier latitud debe sentirse impelida a encontrar soluciones; desde el nivel familiar hasta los organismos internacionales. Es tarea de todos los pueblos apremiar la convivencia de la raza humana. El Santo Padre subraya una urgencia amplia: “…llamados a oponernos a las prácticas que fomentan la arrogancia de los hombres, que hieren o degradan a las mujeres, y ponen en peligro la vida de los inocentes, incluso los no nacidos”.
Las guerras nacen y crecen por desigualdades económicas, políticas; por el alimento, las ideologías y hasta por la Religión mal entendida. El mal uso de la tecnología provoca daños irreversibles. Duelen tantas hambrunas, nuevas enfermedades… Como advertencia inminente, Juan XXIII señaló las brechas entre los países tendenciosamente clasificados como “tercermundistas”, y quiso nombrarlos como “en vías de desarrollo”. Millones de seres humanos viven en la pobreza porque otros les usurpan sus derechos. Francisco advierte de graves consecuencias: “…vemos el avance de nuevos desiertos creados por la cultura del materialismo y de la indiferencia hacia los demás”.
En la Casa Común, unos pocos se aprovechan de los recursos naturales; la táctica desinformativa abruma a mayorías; someten pueblos a través de la guerra; surgen, así, crisis ambientales de alarma y desigualdades sociales. El Romano Pontífice ha hablado fuerte, desde el corazón de África, acerca de variados recursos; sin embargo, humillados y dominados por los poderosos, dice: “En un mundo que en vez de proteger sigue explotando nuestra Casa Común, estos valores humanos y sociales– deben inspirar los esfuerzos de los líderes nacionales para promover modelos responsables de desarrollo económico”.
Frente a la reciente Cumbre sobre el Cuidado Ambiental, en la que participaron 196 naciones, se espera que algunos desastres ecológicos se resuelvan, pero no por criterios geopolíticos. El Vicario de Cristo suplica conciencia; dice que la “grave crisis ambiental que afronta nuestro mundo exige, cada vez más, una mayor sensibilidad por la relación entre los seres humanos y la Naturaleza”. Asimismo, hace una invitación perentoria: “Preocúpense de las necesidades de los pobres, rechacen todo prejuicio y discriminación”, añadiendo: “La Misericordia de Dios es más grande que cada herida, cada conflicto, cada ideología”. Al abrir la Puerta Santa en África Central, afirmó que estamos invitados a ser “artesanos del perdón, portadores de la Gracia, artesanos de la Paz”.
Martin Luther King, alguna vez expresó: “La elección ya no es entre la violencia y la no violencia; ahora es la no violencia o la no existencia”.

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