jueves, 3 de diciembre de 2015

La Inmaculada Concepción puede sanar un corazón herido

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Lupita:

Tuve el gusto de saludarte en Detroit durante el Congreso de Mujeres Hispanas, organizado por nuestra Diócesis. Te doy las gracias por llevar esperanza a mi tierra, pues es verdad que somos dichosas quienes creemos en las promesas del Señor. Si de alguien puede decirse que es pecadora, ésa soy yo. Mis padres se divorciaron siendo yo pequeña. Me sentí abandonada y busqué amor en los brazos de muchos hombres. Esto me llevó a abortar en varias ocasiones. Quise quitarme la vida por considerarme un desecho humano, pero la Virgen me cuidó y evitó que me hiciera daño. Poco después, el Amor de Dios llegó a mí en un Retiro Espiritual, donde conocí a quien hoy es mi esposo. Dios me perdonó, y este hombre supo valorar a la mujer nueva en la que el Señor me convirtió. Hoy somos servidores en nuestra comunidad católica y formamos una familia bella con nuestros tres hijos. ¡Todo es posible para el que cree!

Gabriela V.

Hermana mía, Gaby:
Estamos a punto de iniciar el Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco. Será el Día de la Solemnidad de La Inmaculada Concepción. María Santísima nos trajo a Cristo, y nos trae también las Gracias necesarias para nuestra Salvación.
El único requisito para restaurar nuestra dignidad a los ojos de Dios y de los hombres, es nuestro sincero arrepentimiento. Reconocer nuestra culpa y presentarla ante Dios es suficiente para que Él la arroje al fondo del mar y pueda hacer de nosotros seres nuevos. ¡Esto es amar con Misericordia!
Abrazo con admiración a ese hombre ejemplar que se ha casado contigo conociendo tu pasado y reconociendo la capacidad restauradora de nuestro Buen Dios. Su amor te ha sanado. El de Dios, primeramente, y el que Dios te da a través de un hombre bueno.
Son estas acciones heroicas las que estamos invitados a vivir a lo largo del Año de la Misericordia. Es tiempo de creer que para Dios nada es imposible y que todo ser humano puede revestirse de Cristo en el momento en que lo acepte en su corazón. No importa qué tanto se haya ensuciado su alma; sólo merece la pena saber que podemos empezar otra vez.
Es triste quedarnos con prejuicios y dejar de amar por ello. Muchos no perdonan y evitan que se manifieste el Poder de Dios.
Invito a que mis lectores se unan conmigo en la Novena de La Inmaculada Concepción, preparándonos para recibir así el Año de la Misericordia. Son nueve días para reflexionar en las Gracias de la Virgen Santísima y aprovecharlas en nuestras vidas. Fue Ella quien te llevó a Jesús, y puede hacerlo con todos nosotros.
San Bernardo nos aconseja: “Si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la Estrella, llama a María. Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del Juicio, comienzas a hundirte en el fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María, invócala, no te apartes de los ejemplos de su virtud. No te desencaminarás si la sigues, no te desesperarás si le ruegas, no te perderás si en Ella piensas”.
Y tú, ¿tienes miedo de no ser feliz por un pasado lleno de errores? María Santísima te llevará a Jesús para sanar de una vez y para siempre tu corazón.

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