lunes, 14 de diciembre de 2015

Guadalupe, Madre piadosa en tiempos difíciles

 

Haciendo Historia
“Ser guadalupano, para el mexicano, es algo esencial”

Como dice la canción, la devoción a la Virgen de Guadalupe es parte de nuestra esencia como pueblo. El Hecho Guadalupano sigue vigente, comprometiéndonos a transmitir el Amor de Dios a través de su Madre.

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Sonia Gabriela Ceja Ramírez

El Acontecimiento Guadalupano da identidad al pueblo de México; sin embargo, aunque se lleva en el corazón, nunca está de más recodar el hecho que marcó un antes y un después, no sólo a nivel de Fe, sino también incluso en el plano social e histórico.

Un signo de esperanza
“El encuentro de la Santísima Virgen María con el indio Juan Diego en 1531, ocurrió diez años después de la Conquista de Tenochtitlán, que fue en 1521.
“Vivían un momento muy crítico los indios vencidos, desanimados, deprimidos, que veían a los españoles como sus enemigos; eran dos mundos enfrentados, y este Acontecimiento Guadalupano, protagonizado por la Virgen y por Juan Diego, viene a ser un puente de unión entre las dos culturas y corrientes de pensamiento.
“Juan Diego se convierte en embajador de la Virgen, que se revela como Madre de todos los habitantes de estas tierras”, comentó Monseñor Juan Humberto Gutiérrez Valencia, Obispo Auxiliar de Guadalajara, Especialista en Historia de la Iglesia.
“Sin duda, el Acontecimiento Guadalupano cambió la Historia de México. Por lo que se refiere a la Evangelización, todas las fuentes señalan que hasta entonces, 1531, era muy difícil que los indios se convirtieran, porque ellos no se resignaban a aceptar que sus dioses fueran vencidos. Se aferraban a su paganismo, y las conversiones eran muy pocas. A partir de las Apariciones, se dan conversiones y bautismos por miles, lo que va configurando al incipiente México como un país católico, lo cual fue muy trascendente”.

La cercanía del Dios Verdadero
“Los distintos pueblos indígenas que había en México adoraban principalmente a las fuerzas naturales: al dios del agua, del viento, del fuego, del inframundo, en fin, tenían muchas deidades con diferentes jerarquías.
“A estos dioses ofrecían un culto sangriento, sobre todo al Sol que, decían, se alimentaba con la sangre, con los corazones de los jóvenes. Por eso estos pueblos entraban en guerra, para capturar material para ofrecer a sus dioses.
“Hay un autor francés que habla sobre la conquista espiritual de México y cómo se fue dando ésta a la par que la conquista material. Cuando los indígenas aceptan el Cristianismo, pudiéramos decir que ven en la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe la cercanía de Dios.
“No la ven a Ella como una divinidad, pues se presenta ‘como la Madre del Verdadero Dios por quien se vive’. Descubren la cercanía y la bondad de Dios, manifestada en esta Madre amorosa.
“Su Dios, entonces, ya no es un dios sanguinario, lejano, sino un Dios cercano, que se preocupa por ellos y los ama”.

Debemos purificar nuestra Fe
“Según los entendidos, el ayate de Juan Diego es todo un Códice para los indígenas, que estaban acostumbrados a tener sus Códices donde representaban sus historias, sus mitos, sus tradiciones; la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe viene a ser para ellos un Códice también”.
Si bien en estos casi 500 años se ha avanzado respecto a la Evangelización, todavía hay camino que recorrer: “Desde Roma han apoyado los Concilios, al igual que los Concilios mexicanos, las visitas de los Sumos Pontífices y, por supuesto, también las Asambleas del CELAM llevadas a cabo en nuestro Continente. Sin duda que hay católicos muy bien formados y que están abrazando este llamado a la Evangelización, pero pudiéramos decir que, a nivel del pueblo sencillo, todavía es necesaria la purificación de ciertas expresiones de la piedad popular. Debemos ir buscando, cada vez, descubrir lo esencial”.

“Si bien la piedad popular tiene gran valor porque es el modo de acercarse a Dios de la gente sencilla, sí debemos evitar todo aquello que pudiera parecer supersticioso o mágico. Ahí es donde entraría la Catequesis, la Evangelización, poner el acento en hacer vida eso que se vive en la piedad popular. Que no sea solamente algo exterior, un culto vacío, sino que tenga contenido, sobre todo muy cristiano”.

La figura del mensajero
“Juan Diego fue el primer indígena canonizado, y eso, sin duda, tiene gran valor para la población de Hispanoamérica, en donde todavía hay un gran porcentaje de indígenas, tanto en México como en los países de América del Sur. Hay lugares donde la mayoría de la población todavía es indígena, como en Bolivia, Ecuador, Perú. En México tenemos cerca de 10 millones de indígenas. El hecho de reconocer a Juan Diego como un Santo tiene un gran valor.
“Este acontecimiento es también un reconocimiento de la Iglesia, al Hecho Guadalupano. Respecto a quienes cuestionaban la existencia de Juan Diego por falta de documentos, como Acta de Nacimiento o de Bautismo, deben saber que hubo informaciones jurídicas, canónicas, que prueban la existencia de Juan Diego.
“La Canonización debe dar un impulso a la Evangelización. Reconocer que un hombre de estas razas originarias haya alcanzado la santidad, es algo muy importante”.

Mensaje vigente, más allá de las fronteras
Frente a la tendencia de ir ‘arrinconando’ a Dios ante el creciente secularismo, el ir sacándolo de la vida pública, “nosotros que hemos tenido la dicha de nacer y vivir en México, debemos mostrarnos contentos y orgullosos del regalo tan grande que es el que la Virgen haya venido a visitarnos, pero también con el compromiso de comunicarlo; que seamos también Mensajeros de la Buena Noticia del Amor de Dios, y ahora, muy en concreto, de la Misericordia de Dios.
“Me llama la atención el que la gente que se ha ido del país conserva viva la devoción a la Santísima Virgen María. Hace aproximadamente cuatro años me tocó estar en la Ciudad de Nueva York para el 12 de diciembre, y el Arzobispo celebraba la Misa de una Peregrinación de miles de mexicanos que portaban todos su camiseta con la imagen de la Virgen para demostrar su amor y devoción a la Santísima Madre.
“Ojalá que los padres de familia, sobre todo los jóvenes, transmitan la devoción y tradición a sus hijos”.

Fray Antonio Alcalde
Un hombre muy guadalupano, que hizo palpable la Misericordia

Este Religioso Dominico del Siglo XVIII se proyectó como un santo; hombre de una caridad grande, y es un ejemplo de puesta en práctica de las Obras de Misericordia; por eso, en este Año del Jubileo de la Misericordia, debería ser un personaje clave para todos.

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Dulce Natalia Romero Cruz

Fray Antonio Alcalde y Barriga nació en Cigales, Valladolid, España, y llegó para Obispo de Mérida, Yucatán, en 1762. A Guadalajara arribó el 12 de diciembre de 1772. Es una figura que sobresale como genio de la caridad porque supo poner en práctica las Obras de Misericordia con mucha inteligencia, visión y espíritu cristiano: “Estuvo muy al pendiente de las necesidades de su Diócesis. Se preocupó por la vivienda popular, con la construcción de las famosas ‘cuadritas’; promovió la educación, como fue la Fundación de la Universidad de Guadalajara; cuando hubo epidemia, pensó en tener un espacio para atención de enfermos y creó el Hospital de San Miguel, hoy Civil; en tiempos de sequía y plagas, que no hubo cosecha y por ende ni comida, hizo comedores y trajo maíz de otras regiones. Los recursos económicos que usaba eran los que le correspondían a él siendo Obispo”, comentó el señor Cura José Guadalupe Dueñas Gómez, Párroco del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.

Su Causa de Canonización
Se abrió en mayo de 1994, junto con la Causa del Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez y de Anacleto González Flores y Compañeros Mártires (aunque son Procesos diferentes), en el Santuario Parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, y en ese entonces estaba al frente de la Comisión de Causas de Canonización el Obispo Auxiliar Adolfo Hernández Hurtado. Actualmente, el Postulador es, desde hace dos años, el Padre Tomás de Híjar Ornelas (el anterior fue el Pbro. José Rosario Ramírez Mercado), y el actor es el Responsable del Santuario, ahora el Pbro. J. Guadalupe Dueñas.
La Causa está en el proceso de dar a conocer la vida y obra del Siervo de Dios. En el Aniversario 220 de la Muerte de Alcalde, se efectuó un Ciclo de Conferencias, y desde esa ocasión se pensó en formar un Grupo, que se llama “Amigos de Fray Antonio Alcalde”, y desde el 7 de agosto de 2013, aunque todavía no tiene nombramiento jurídico, no ha dejado de reunirse, porque a partir de ese momento, los días 7 de cada mes hay eventos enfocados a la figura de este gran hombre.

A paso cauteloso
“El Proceso se encuentra en fase de difusión, aunque se nos ha sugerido que es momento de pasar a la veneración, y buscar el milagro. Debe ser un prodigio que pueda patentizarse, documentarse y presentarse, porque milagros a diario hay en el Hospital Civil, que es donde se están promoviendo”, comentó Martha Horta, miembro de “Amigos de Fray Antonio Alcalde”.
“Una de las cosas que se ha logrado es presentar la Causa a su Comunidad Religiosa, a los Dominicos, de la Orden de Predicadores, quienes son los que promoverán su Causa en Roma. También se sigue recopilando todos los escritos que hay sobre su persona, porque una de las razones que ha hecho difícil su Causa es que se trata de un personaje y de hechos históricos; es decir, ya no hay quién pueda dar fe o testimonio de él”.
Alguien que ha aportado grandes investigaciones históricas a la Causa es la señorita Guadalupe Alatorre Huerta, nieta del beato Salvador Huerta Gutiérrez, quien se ha encargado de recabar información en Mérida, Yucatán. El Padre Tomás de Híjar, por su parte, hizo contacto con uno de los sobrinos de Fray Antonio, de Cigales, España, su pueblo natal, en el que las Autoridades Civiles reconocen y conocen la gran obra que dejó el Obispo en nuestro país.
Hace falta más difusión, aunque ya hay muchas obras dedicadas al Siervo de Dios: Hospital Civil, Avenida Alcalde, el Parque Rehilete, varias Colonias, entre otras.

Guadalupano
Algunos datos que demuestran su devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe, son: cuando llegó a Mérida, construyó la Catedral y la consagró en 12 de diciembre. En un día igual eligió llegar como Obispo a la Diócesis tapatía, para coincidir con la Fiesta de La Morenita. Tuvo la iniciativa de construir un Santuario dedicado a Ella; inició la construcción en 1777, misma que duró cuatro años, aunque fue un Templo muy austero. Fue la primera iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe en toda esta región. Su última muestra de ser un ferviente guadalupano fue pedir que sus restos se quedaran en el Santuario.
“Me da mucho gusto que se haya escogido el Templo de Nuestra Señora de Belén -confió el Párroco del Santuario- como un lugar de Peregrinación para ganarse la Indulgencia Plenaria, porque ahí está el Hospital Fray Antonio Alcalde. Se eligió porque es una obra promovida por Alcalde, en donde se respira su presencia. Desde los trabajadores, enfermeras, doctores y el director lo tienen presente, y es por eso que ofrecen un servicio amoroso y más humano. Ellos también ayudan a encontrar el milagro que se necesita para su Beatificación, y promueven cada año una celebración en su aniversario luctuoso”.

Amigos de Fray Antonio
En este Grupo, a través de un correo electrónico, se transmite información y se convoca a todos los miembros, que son alrededor de 130 personas. Se reúnen todos los días 7 del mes a las 20 horas en la Casa San Juan Diego (Calle Pedro Loza 530). Cuando cae en sábado o domingo, se invita a participar en la Celebración Eucarística. Uno de los grandes benefactores de la obra que se realiza desde este Grupo es el Sr. Ignacio Domínguez, quien colabora con la mayor parte del material impreso. La Coordinadora, otra incansable difusora, es Martha Elena Vallejo.

Contacto: Correo electrónico amigosdefrayantonioalcalde@gmail.com

Teléfonos: 3614-4479 / 3614-8165, con el Sr. Cura José Guadalupe Dueñas.

El Códice Guadalupano
Cihualpilli Tonantzin

Nuestros antepasados indígenas vieron en la Imagen de la Virgen de Guadalupe, o como le llamaban ellos: “Cihualpilli Tonantzin”, es decir, ‘Nuestra Dulce Madre Niña’, más que una pintura. La Madre de Dios llegó a estas tierras para evangelizar, habló el idioma de los conquistados por los españoles, para enseñarles y revelarles al Verdadero Dios por quien se vive.

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Rebeca Ortega Camacho

En 1531, el pueblo azteca fue testigo de que la Señora del Cielo se quedó plasmada en la tilma de un indio como ellos, y en dicha Imagen vieron un Códice, en cuya lectura descubrieron la explicación que por siglos estaban esperando, razón por la que miles de indígenas se convirtieron y bautizaron con sólo admirar la pintura.
El Presbítero Rubén Quintero Rodríguez, Vicario de la Parroquia del Señor de la Misericordia en la Colonia Unión del Cuatro, conocedor de la interpretación de “Guadalupe”, nos compartió el misterio de esta Imagen.
“Los Indígenas encontraron en la Virgen de Guadalupe un resumen de toda la cosmología y teología que tenían. La Aparición de la Santísima Virgen se da en el contexto de un pueblo indígena que estaba esperando, porque estaba por terminar un ciclo, el Año Trece Caña, de acuerdo al Calendario Azteca, que marcaba el inicio de una nueva Era, en la que tenía lugar la renovación del Universo, y esa señal fue ‘Guadalupe’”.

Tecoatlasupe o Tecoatlacupe
“Para el indígena, la serpiente representó lo terreno, lo que es tangible y pasajero, porque el cuerpo de la serpiente está sobre la tierra; y el ave representaba lo espiritual: virtudes y valores.
“Lo anterior tiene relación, porque el nombre original que dio la Virgen de Guadalupe fue: Tecoatlasupe o Tecoatlacupe, que significa: Te, ‘piedra’; Coatla, ‘serpiente’; y Cupe o Supe, ‘aplastar’. Al hablar de Tecoatlasupe o Tecoatlacupe, es decir, ‘la que aplasta a la serpiente de piedra’, es la que viene a enseñarnos que los bienes espirituales son más importantes que los bienes terrenales.
“Mientras que la palabra ‘Guadalupe’, es de origen árabe y conocida por los españoles. Como los conquistadores no entendían el náhuatl, y cuando Fray Juan Bernardino de Sahagún les dijo el nombre de la Virgen, ‘María Tecoatlasupe’, a ellos se les figuró que era la palabra ‘Guadalupe’, que significa: ‘Río de la luz’.
“Tecoatlacupe o Tecoatlasupe era el mensaje, y los indígenas, con gran cariño y respeto, le nombraron: ‘Cihuapilli Tonantzin’, que significa: ‘Nuestra Dulce Madre Niña’”, apuntó el Padre Quintero.

Madre tierra
“Tonantzin era la madre tierra, es decir, que nos lleva unidos a ella; una mamá que trae abrazado a su bebé. Nosotros estamos pegados a la tierra por la fuerza de gravedad; pero ellos decían que la tierra es como una madre que nos da el alimento, nos da agua y cobijo; todo es cuestión de amarla.
“Esto de ser como una mamá está reflejado en las palabras de Guadalupe: ‘¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás, por ventura, bajo mi regazo? ¿No te tengo entre los huecos de mi mano o en los pliegues de mi manto?’ Tonantzin es la mamá que abraza, cuida y protege; eso lo entendió perfectamente Juan Diego, porque él todavía se acordaba de las enseñanzas de sus antepasados, y le dio confianza, porque es la Madre, como la madre tierra que nos mantiene unidos a ella para protegernos.
“Para el indígena, la Virgen de Guadalupe era la Madre Tonantzin (Tonal: ‘energía’, Tonatiuh: ‘energía del sol’, y Tonantzin: ‘energía de la madre tierra’). Cihualpilli Tonantzin, la que traía al Dios de la Vida. Si observamos la túnica, es de color entre rosa y carmín, que eran colores propios de los Emperadores, y representa la tierra; el manto es el Universo, la bóveda del cielo, y la luz que abraza todo, el cielo y la tierra, es la presencia de Dios Todopoderoso que enmarca la Creación”.

Algunos simbolismos:
Mujer danzante: “En la imagen se observa una mujer con la pierna izquierda un poquito doblada, y en el mundo de la danza es el inicio de cualquier paso. Por eso se dice que María viene danzando del Cielo. Y el bailar significaba para el indígena entrar en comunión con el Universo, al ritmo del Corazón de Dios”.
Flor de cuatro pétalos: “Mientras que el número cinco representa la comunión de Dios con la Humanidad, la flor de cuatro pétalos es la flor solar que representa al Universo. Y, curiosamente, esa florecita del ‘Nahui Hollín’ es la presencia del Sol, que está en el vientre de la Virgen.
“Y si en el vientre está el ‘Ipalnemohuani’, que para los indígenas era su dios principal, ‘aquel por quien se vive’, que es la esencia de todo, es normal que esa luz no pueda contenerse en el vientre de aquella mujer y, por ende, salga, resplandezca y brille”.
El Caballero Águila: “En la parte de abajo de la Imagen encontramos el Ángel, que con una mano toca el cielo, el manto, y con la otra, la túnica, que representa la tierra, lo cual significa que el Hijo de esta mujer viene a establecer la unión entre el Cielo y la Tierra, la renovación completa del Universo, que está bajo la mirada y comprensión de Dios Todopoderoso. La imagen del Ángel o el Caballero Águila, entre el pueblo prehispánico, era el más noble de los guerreros, el encargado de llevar los Tratados de Paz y las buenas noticias en los tiempos de guerra.
“Antes de ser bautizado, Juan Diego se llamaba Cuauhtlatoatzin, que significa ‘el que habla como el águila o el mensajero águila’. Paradójicamente podemos identificar al Ángel con el mensajero, pero no es él. Sin embargo, podemos hacer una analogía simbólica, porque Juan Diego es quien lleva el mensaje importante, el que habla como águila, el que trae las buenas noticias.
“La Virgen encontró en Juan Diego un alma limpia y pura, lo mejor de nuestra raza, y dice María: ‘Son muchos los que pueden servirme, pero es del todo necesario que tú seas, porque entre los principales no hay uno que tenga tu transparencia de Fe, tu sinceridad, tu sencillez’.
Flor y Canto: “Juan Diego describe el canto de los pájaros; el ave representa el lugar espiritual por excelencia y las flores representaban lo más valioso de la Naturaleza para los indígenas. Las rosas que toma Juan Diego por indicación de la Virgen, surgen prácticamente en el desierto; el árido Tepeyac se convierte en el Paraíso”, concluyó con la descripción de los elementos el Padre Quintero Rodríguez.

Un Mensaje de Amor para este pueblo

Rostro: De semblante dulce, fresco, amable, su moreno rostro deja evidencia de una actitud de profunda oración y reverencia. Además, puede observarse reflejada en él una gran fortaleza, características de su condición de Madre.

Pupilas: En las pupilas de ambos ojos puede apreciarse el reflejo de una misma imagen: la escena en la que Juan Diego enseñaba el manto con la misteriosa imagen al Obispo Fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia. A su vez, en el centro de las pupilas (en una dimensión más reducida e independiente de la anterior), puede contemplarse otra escena, compuesta por una familia indígena, cuya mujer, en el reflejo del ojo derecho, también es acompañada por más personas de pie, ubicadas detrás de ella.

Cabello: El pelo suelto era propio de las vírgenes; las mujeres casadas tenían que trenzarlo, y las doncellas lo llevaban suelto.

Vestimenta: Por los colores que vestía, los indígenas sabían que era una Emperatriz, porque sólo el Emperador azteca podía usar ese color azul verdoso en sus vestiduras. El manto azul-verde, tachonado de estrellas, representa el cielo, y su vestido rosado, adornado con figuras florales, la tierra; es decir, la Virgen está vestida con el Universo.

Manos: Una doncella en oración, señal de recogimiento y profunda oración. Una de sus manos es más clara que la otra: la derecha es blanca y estilizada; la izquierda, morena y más voluminosa, pudiendo simbolizar la unión de la raza española con la indígena.

El Cinto o moño: El moño en el pecho de la Santísima Virgen representa que está embarazada, pero también se lo ponían las mujeres para que la muerte no se llevara a su bebé; era algo para cuidar que su niño naciera vivo.

Flor: Sobre su túnica, abajo del cinto, puede apreciarse una pequeña flor. Es la flor de cuatro pétalos, conocida en náhuatl como “Nahui Hollín”. Se trata del símbolo principal de dicha cultura, que representa “la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo”.

Estrellas: Las estrellas visibles en el Manto de María responden a la exacta configuración y posición que el cielo de México presentaba en el día en que se produjo el milagro, 12 de diciembre de 1531, según revelan estudios astronómicos realizados sobre la imagen. Las estrellas del manto son 46.

La Luna: La ubicación de la Virgen en el ‘centro de la Luna’. De aquí la relación con el significado de México, que en náhuatl quiere decir: Me de Mextli / Luna; Xi de Xictli / ombligo y Co, que denota lugar. El color negro representa la muerte, y cuando el Sol brilla, no brilla la Luna; cuando existe vida, no existe la muerte. Descubrieron el misterio de una vida después de ésta.

Ángel: Con dignidad, a los pies de La Morenita, se asoma el Caballero Águila, el mensajero de buenas noticias. Sus alas ostentan plumas de tres cósmicos colores que provienen de diferentes aves: del quetzal las plumas color verde; de la garza, las blancas, y del papagayo macho, las de color rojo.

Tilma: El ayate en el que puede observarse la Imagen plasmada, está elaborado con fibra de maguey. No se ha descubierto ningún rastro de pintura en la tela. De hecho, al acercarse uno a menos de 10 centímetros de la Imagen, sólo se ve la tela de maguey en crudo. Los colores desaparecen. Estudios científicos de diverso tipo no logran descubrir el origen de la coloración que forma la Imagen ni la forma en que la misma fue pintada. No se detectan rastros de pinceladas ni de otra técnica de pintura conocida. El material que origina los colores no es ninguno de los elementos conocidos en la Tierra.

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Los pasos de “1531”

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Colaboración Especial

“1531, la historia que aún no termina”, ha dado pasos firmes en la propagación del Mensaje de la Virgen de Guadalupe, y no sólo en México, sino que ha logrado distribuirse incluso en varios puntos de otros Continentes.
El camino no pudo tener mejor inicio, pues el 26 de noviembre de 2010, en Cinépolis Galerías, el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, entonces Arzobispo de Guadalajara, honró con su presencia la función de gala en la que fue presentado el Documental “1531”, cuyos recursos recabados fueron dirigidos a la construcción del Santuario de los Mártires de Cristo Rey, en el Cerro del Tesoro.
Ese fin de año, con el tiempo encima por la muy próxima celebración del Aniversario de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe, lograron distribuirse DVDs en distintas ciudades de la República Mexicana. Uno de los empresarios con mayor número de trabajadores del país, motivado por el mensaje del Documental, lo obsequió a todos sus empleados.
A menos de 15 días del lanzamiento, el DVD cruzó fronteras, saliendo los primeros DVDs del país rumbo a Santa Anita y Sacramento, California, en Estados Unidos.

Su gradual expansión
Pronto se contó con el apoyo de varios Colegios Católicos, Parroquias, Empresarios, Religiosos y Movimientos Laicales. Un ejemplo fue la Universidad del Valle de Atemajac, la cual lo promovió entre sus distintas sedes a lo largo de la Nación.
2011 inició con grandes retos: había que salvar el problema del idioma para buscar los diferentes caminos, con tal de que el material llegara a otros países.
Entre las primeras y más importantes acciones, el DVD fue enviado no únicamente a todos los Obispos de la geografía nacional, sino a todos los Párrocos de la Arquidiócesis de Guadalajara, al igual que se ha hecho llegar a Obispos de otras naciones, como Colombia, Perú, Estados Unidos, y también a Sacerdotes de España, Brasil y Argentina.
Dicho material fue visto por la Jerarquía de la Iglesia de nuestro país, y de inmediato el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, y diversos Prelados, e incluso el mismo Nuncio Apostólico, el Arzobispo francés Cristophe Pierre, consideraron a “1531” como una herramienta de Evangelización maravillosa.
En el transcurso de ese mismo año, el DVD logró nuevamente rebasar fronteras, logrando la distribución de la cinta en la Diócesis de San Diego y la de Puerto Rico. Unos pocos llegaron a África, Japón, Francia, Canadá y Panamá.
Para el mes de diciembre y la Navidad, se buscó a Empresarios que quisieran obsequiar “algo más que un regalo” a sus clientes, proveedores, empleados, a un precio muy reducido, para difundir el mensaje de amor, unión y esperanza que la Santísima Virgen María dejó en México. La respuesta fue buena, mas no como se esperaba; pero aquellos que se atrevieron, recibieron grandes muestras de cariño y el agradecimiento de sus trabajadores.

Auge en nuestro país
Algunas Diócesis han apoyado con entusiasmo este proyecto, tales como Aguascalientes, Chetumal, Autlán, Teziutlán y, muy especialmente, Ciudad Juárez, en donde, gracias a la intervención del entonces Obispo Renato Ascencio León, el material fue promovido en Radio Guadalupana y, en tan sólo dos meses, colocó 1,800 DVDs.
De igual forma, se han realizado intensas campañas de promoción para cumplir no únicamente con su misión evangelizadora, sino, simultáneamente, ayudar a obtener recursos para diferentes obras y apostolados.
El material se ha movido también en envíos de menudeo, y está siendo promovido en la Ciudad de México, en Mérida, Veracruz, Puebla, Ciudad Reynosa, Querétaro, Ciudad Juárez, Monterrey, Cancún, Irapuato, Cuernavaca, Tampico y San Luis Potosí.
María Visión, la Televisora católica instalada en Zapopan, Jalisco, convencida del valor del documental, realizó periódicamente transmisiones de “1531”, promoviendo su venta para ayudarse en el sostenimiento del Canal y su misión evangelizadora.
En el segundo semestre de 2011, se logró sacar a la venta el DVD, doblado y subtitulado al inglés, encontrándose actualmente en Estados Unidos para su distribución. En el mes de octubre del mismo año, se lanzó la Campaña “SÚMATE”, con la que se buscaban Mensajeros de la Virgen, deseosos de llevar su Mensaje de puerta en puerta. Gracias a María Visión, y a esta Campaña, el filme ha llegado a muchos rincones de la Patria, en pequeñas cantidades, pero en labor firme.

Cartón Guadalupano

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Plan de San Luis # 2251, Fraccionamiento Valle Real
Zapopan, Jalisco, México. C.P. 45019
Tels. +52 (33) 3832-0832 y 3832-0497
www.1531.mx

Regalos de Guadalupe

“Si yo estuviera en México, iría a visitar el Santuario de la Virgen de Guadalupe, no sólo con los pies descalzos, sino andando el camino de rodillas”. Benedicto XIV, Papa 1740-1758.

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Pbro. Germán Orozco Mora
Mexicali, B.C.

Juan Pablo II fue el primer Romano Pontífice que visitó la Basílica del Tepeyac para consagrar su Pontificado a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe. Su primer viaje internacional, fuera de Italia, fue a México en enero de 1979.
Fray Juan de Zumárraga, Religioso Franciscano, fue el Obispo testigo del Milagro de las Rosas en El Tepeyac, durante el Pontificado del Papa Clemente VII (1523-1534).
El amor a la Virgen Morena nace en 1531, gracias a las Apariciones al indio Juan Diego el 9 de Diciembre, y cuando la imagen de la Madre de Cristo aparece plasmada en la rústica tilma de ixtle del humilde de Cuauhtitlán, postrado ante el Obispo Zumárraga, quien, al contemplar las rosas de Castilla, traídas del frío cerrillo, confirman el deseo de que ahí se le edificara un templo.
Inicialmente, fueron tres Ermitas o pequeños Templos: el edificado por el Prelado de entonces; después, el construido por los indígenas, y un tercero, años después, por el Obispo Alonso Montúfar (Religioso Dominico, de la Orden de Predicadores).

La devoción de los Papas
Muchos Romanos Pontífices han favorecido el culto guadalupano a partir de 1572, con Gregorio XIII, aunque ya Clemente VII, Paulo III, Julio III, Marcelo II, Pablo IV, Pío IV y San Pío V, Pontífices de 1534 a 1572, conocían de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe.
Habiendo tantos santuarios marianos en todo el mundo, anteriores al del Tepeyac, por ejemplo el catalán de Nuestra Señora de Montserrat en España, o el italiano de Nuestra Señora de Loreto, el de la Guadalupana ha gozado de algunos privilegios, incluso expresamente alabados por Pontífices como Benedicto XIV (1740-58), quien escribió: “Te aseguro que he hecho más por los mexicanos y en obsequio de la Virgen de Guadalupe, que por los italianos en honor de la Santa Casa de Loreto” (era originario de Bolonia, Italia).
El mismo Benedicto XIV mandó, a través de enviados, el 30 de abril de 1751, realizar un examen pericial de la Santa Imagen, mediante siete pintores famosos, encabezados por Miguel Cabrera, Pintor de Cámara (al servicio de Soberanos), y éste le pintó una copia para mandarla a Roma a través del Arzobispo Manuel Rubio y Salinas.
A lo largo de 481 años (1531-2012), sólo Su Santidad Juan Pablo II (recién canonizado) es el Vicario de Cristo que ha visitado la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe; Benedicto XVI lo hizo, pero cuando era Cardenal, no Papa aún.
Por otro lado, se afirma que fue Benedicto XIV cuando, en 1754, le mostraron la copia del original del Ayate de Juan Diego donde quedó plasmada la bendita Imagen guadalupana, y exclamó: “No ha hecho nada igual con alguna otra Nación”. Sólo que el Papa Alejandro VII, un siglo atrás (1655-1667), el 6 de febrero de 1664, concedió la Indulgencia Plenaria en favor de los peregrinos al Santuario de Guadalupe, y mandó acuñar nuevas medallas con la inscripción latina: “Non fecit taliter omni Nationi” (No ha hecho igual con alguna otra Nación”, adelantándose a Benedicto XIV, quien dijo lo mismo en 1754, un siglo después.

Parte de la idiosincrasia
Conforme madura la historia de la milagrosa aparición de la Virgen María, es posible encontrar infinitas referencias de milagros, imágenes, libros, documentos, apariciones, templos (tan sólo en Estados Unidos, en 1980, había más de 500 dedicados a ella).
Ser Guadalupano es la identidad del mexicano. Incluso afirma el Padre Lauro López Beltrán, reconocido Historiador, que “quien no es guadalupano es antipatriota, antimexicano”, porque la Virgen de Guadalupe es parte esencial de la identidad de México, si bien es también Patrona de 22 países hispanoamericanos y de Filipinas.
De los Sumos pontífices que han exaltado a Nuestra Señora del Tepeyac, destacan León XIII (1878-1903), quien concedió un extraordinario Rito y Fórmula para la Bendición de las Rosas, en recuerdo de las que brotaron prodigiosas en las rocas del Tepeyac el 12 de diciembre de 1531, como signo visible de su Aparición. Esta es la primera oración:

“Oremos. Bendice (se hace la señal de la cruz), Señor, estas rosas, símbolo de la caridad, y por intercesión de la Santísima Virgen María de Guadalupe, concede que todos aquellos que usaren de ellas devotamente, en sus enfermedades de alma y cuerpo, gocen siempre de la protección de la misma Gloriosa y Siempre Virgen Santa María de Guadalupe” (León XIII, Papa, 1902).

Otro Pontifice Guadalupano fue San Pío X, quien expresara: “Entre los más célebres Santuarios de todo el orbe cristiano, merece contarse con todo derecho y justicia el que existe en México en honor a la Virgen de Guadalupe”. San Pío X proclamó a nuestra Guadalupana como Patrona Principal de todos los pueblos hispanoamericanos (24-VIII-1910), 22 países hermanos. Es la única advocación mariana con esa característica en todo el orbe, incluyendo el patronazgo de las Islas Filipinas.

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