viernes, 12 de agosto de 2016

Tiempo de sembrar Pastores (A propósito de los Preseminarios)

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Anónimo “Flaco”
Foto: Pbro. Óscar Maldonado Villalpando

Un día… por fin. Después, quizás.
Un hombre salió a verificar si en la dificultosa viña podría sembrar pastores. Árboles, jardines, plantas, robles, ya para luego sembrar ensueños o flores.
¿Habrá lugar seguro para estar? Empuñaré el arado, ¿y lo sabré sostener? ¡Qué difícil… sembrar semilla de Evangelio, y dar, a cada quien el pan… del Cielo.
Y reprender ¿a quién? Si es caro el coche. Es dura la moneda… y la mujer… Qué bueno el postre. Fama, comodidad; Regalos… de vez en cuando. ¡Dólares! Sacramentos. ¿Así? ¿Sacerdotes?, ¿Sotanas? Y la gente, ¿qué?… Y el Pueblo de Dios, ¿qué? Allá va la palestra, la Verdad.
El corazón humano: no se cansa, no se quiebra…¡Se afianza! El hombre Pastor se fatiga, sí, y no deja de hablar, porque en el campo, de todo se puede dar.
¡Oye, Padre Pastor! Atento con la calma, la niebla… o la tormenta.
La semilla ya está. El sembrador, la mano, la hoz y la sandalia. ¡El Báculo!
Hay que mirar aquí… Hay que mirar allá; ¡como Pedro, como Pablo!
No hay que olvidar: el camino es largo, y falta mucho por andar: La sierra, el llano, la costa, el invierno o el verano.
Pastor de Pastores, ésta es tu Iglesia, éste es tu rebaño. ¡Cuentas con lo que más quieres! ¡Y quieres con lo que más cuentas! Como la niña de tus ojos. ¡Como tu Seminario! ¡A sembrar Pastores!

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