sábado, 13 de febrero de 2016

Último adiós a Mons. Ramiro Valdés

Yara Martínez González

Como un gran hombre de Iglesia que dio testimonio de entrega fiel a su Ministerio hasta el último momento, así se refirió el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, de Monseñor José Guadalupe Ramiro Valdés Sánchez, Canónigo de la Catedral, quien falleció el domingo 7 de febrero a causa de un infarto.
“Se va un hombre de Iglesia, un gran apóstol, un gran servidor de la Iglesia. Por eso, nosotros lo sentimos; pero, al mismo tiempo, le agradecemos a Dios que nos haya permitido tener la cercanía de un hombre así”.

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Quizá su última foto. En el Rezo de Laudes en la Capilla del Seminario Menor, previamente al Mensaje de Cuaresma del Arzobispo al Presbiterio (martes 2 de febrero), fue captado Mons. Ramiro Valdés Sánchez (con bastón) a la derecha del Cardenal José Francisco Robles Ortega.

Misa exequial

Sus restos fueron velados en la que hasta el último de sus días fue la Parroquia a su carg: El Sagrario Metropolitano; su Misa Exequial se celebró el lunes 8 a las 9.30 de la mañana en la Catedral Metropolitana, de cuyo Cabildo fue integrante.
Encabezada por el Cardenal José Francisco Robles, en la Eucaristía también concelebraron: el Arzobispo Emérito, Cardenal Juan Sandoval Íñiguez; el Obispo Auxilia,r Juan Humberto Gutiérrez Valencia; el Obispo Auxiliar Emérito, Rafael Martínez Sáinz; los Canónigos del Cabildo Metropolitano, y alrededor de 150 Sacerdotes, quienes dieron el postrer adiós a quien dedicó su vida a la Iglesia.
Decidido impulsor de la Causa de los Mártires Mexicanos, Monseñor Ramiro Valdés será recordado también por su gran calidad humana y muestras de servicio a los demás, según lo definió el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien en su Homilía destacó el gran ejemplo y legado que deja a los Sacerdotes de Guadalajara.
“Despedimos los restos mortales de un gran Sacerdote, después de una vida larga y plena, de amor y de servicio a Cristo Nuestro Señor, a los suyos, y a la Santa Madre Iglesia. Se va lleno de méritos, y seguramente al asomarse a las puertas del Cielo, oye una voz a que le dice: ‘Siervo bueno y fiel, entra al gozo de tu Señor’. Dedicado con amor y cercanía, con ejemplo de vida cristiana y de vida sacerdotal, es un ejemplo que los Sacerdotes debemos de acoger, porque a veces nos olvidamos de que no somos para nosotros, para nuestros gustos ni para nuestros vicios; somos de Cristo, para la Iglesia de Dios, a tiempo completo.
“La Arquidiócesis de Guadalajara lamenta su fallecimiento, se une a la pena que embarga a su familia, y pide sus oraciones para quien, por 60 años, fue un fiel servidor en Cristo”.

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