sábado, 13 de febrero de 2016

Francisco y las Familias

Catequesis “Escuchemos al Papa”

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Comisión Episcopal
para la Pastoral Profética (CEPP)

En el acto que se realizará en el estadio “Víctor Manuel Reyna”, de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, mañana lunes 15 de febrero, el Papa Francisco escuchará el testimonio de cuatro familias provenientes de: la Ciudad de México, de Tapachula, de Tuxtla Gutiérrez y de Monterrey, Nuevo León, quienes le dirán cómo viven su Fe desde la condición en la que se encuentran.
El Santo Padre se ha expresado a favor de la Familia en múltiples ocasiones (en homilías, audiencias, discursos, etc.), y en su labor de preparación, la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética, de la CEM, elaboró diferentes Catequesis (en total 15), con el fin de ayudar a las comunidades a vivir cada acontecimiento de la Visita del Papa a México, desde el ámbito de la Fe. En esta oportunidad compartimos la Catequesis Número 4, titulada: “Francisco y las Familias”.

Objetivo
Valorar la Familia como espacio privilegiado para vivir el don de la Fe y generar vida digna para todos.

¿Qué es la familia?
En medio de tantas controversias, todavía se define a la Familia como “la célula fundamental de la Sociedad; importantísima forma de organización de la vida cotidiana personal, fundada en la unión matrimonial y en los lazos de parentesco; en las relaciones multilaterales entre el esposo y la esposa, los padres y sus hijos, los hermanos y las hermanas, y otros parientes que viven juntos y administran en común la economía doméstica, en la vivencia de valores humanos y cristianos”.
Hoy en día estamos presenciando nuevas características que afectan a esta institución; hecho que provoca rupturas en la Familia tradicional, con esquemas y costumbres muy arraigadas. No podemos decir que la Familia tradicional ha desaparecido; más bien, convivimos con ella y con algunas realidades cambiantes que nos desafían como Iglesia y como sociedad.

Las palabras mágicas de la Familia
Familia y hogar: una bendición: El Papa Francisco nos recuerda que tener un lugar a dónde ir se llama HOGAR. Tener personas a quienes amar, se llama FAMILIA, y tener ambas, se llama BENDICIÓN.
Permiso, gracias y perdón: El 13 de mayo de 2015, el mismo Pontífice nos recordó que en la puerta de entrada de la vida cotidiana y real de la Familia, están escritas tres palabras: permiso, gracias y perdón. Esos vocablos son más fáciles de decir que de poner en práctica; pero son absolutamente necesarios, pues están vinculados a la buena educación, en su sentido genuino de respeto y deseo del bien, lejos de cualquier hipocresía y doblez. Estas palabras abren camino para vivir bien en la Familia, para vivir la Paz.
La palabra permiso nos recuerda que debemos ser delicados, respetuosos y pacientes con los demás, incluso con los que nos une fuerte intimidad. Como Jesús, nuestra actitud debe ser la de quien está a la puerta y llama.
Dar las gracias parece un signo de contradicción para una sociedad recelosa, que lo ve como debilidad; sin embargo, la dignidad de las personas y la justicia social pasan por una educación en la gratitud; una virtud que, para el creyente, nace del corazón mismo de su Fe: un cristiano que no sabe dar gracias, es alguien que ha olvidado el lenguaje de Dios.
Finalmente, el perdón es el mejor remedio para impedir que nuestra convivencia se agriete y llegue a romperse. El Señor nos lo enseña en el Padrenuestro: aceptar nuestro error y proponer corregirnos, es el primer paso para sanarnos. Sobre esta última palabra, el Sumo Pontífice concreta la siguiente manera de ponerla en práctica:
“En la vida matrimonial se discute; a veces incluso ‘vuelan los platos’; pero les doy un consejo: nunca terminar el día sin hacer las paces. Escuchen bien: ¿Han discutido mujer y marido? ¿Los hijos con los padres? ¿Han discutido fuerte? No está bien, pero no es éste el auténtico problema. El problema es que ese sentimiento esté presente todavía al día siguiente. Por ello, si han discutido, nunca terminen el día sin hacer las paces en la Familia. ¿Y cómo debo hacer las paces? ¿Ponerme de rodillas? ¡No! Sólo un pequeño gesto, y vuelve la armonía familiar. Basta una caricia, sin palabras. Pero nunca terminar el día en Familia sin hacer las paces. ¿Entendido esto? No es fácil, pero debe hacerse. Y con esto, la vida será más bonita”.

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