sábado, 13 de febrero de 2016

CLAMOR POR LA UNIDAD

Un insólito encuentro
Se reúnen las cabezas de dos Iglesias separadas hace mil años

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Pbro. Tomás de Híjar Ornelas
Cronista de la Arquidiócesis de Guadalajara

Como una sorpresa de última hora resultó ser la programación del breve encuentro que haría coincidir, en el Aeropuerto de La Habana, Cuba, al Papa Francisco y al Patriarca Cirilo, de la Iglesia Ortodoxa Rusa, y no menos lo es que el punto de esa entrevista se haya previsto en un lugar que durante muchos años se distinguió por su tajante oposición a lo religioso. Empero, una cuestión humanitaria apremiante: la persecución en contra de los cristianos en el Medio Oriente, eleva las convergencias a algo más allá de las ideologías, en este caso la marxista, que sigue imperando en el panorama político del Estado Cubano, y el de las diferencias teológicas, como es la cuestión del Primado de la Iglesia entre los Ritos Latino y Oriental.

EL CISMA DE ORIENTE
En el año 1054 tuvo lugar la ruptura formal de relaciones entre el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y el Obispo de Roma, luego de una erosión de muchos siglos, motivada por una diferencia teológica no pequeña: haber incluido, en el símbolo de la Fe en el Occidente (en el Credo), que el Espíritu Santo no procede sólo del Padre, sino del Padre y del Hijo.
Se sumó a lo anterior la dificultad, por parte del Papa Juan XIX, de reconocer la universalidad del Patriarcado de Constantinopla “en su propia esfera”, como la ejercía él en Roma para el mundo entero, agravándolo todo la terrible actuación de un advenedizo, el Patriarca Focio. Esta polémica alcanzó su clímax en el año ya mencionado, dando como resultado la mutua excomunión que se dieron el Patriarca de Constantinopla y el Papa.
Desde entonces, aunque hubo intentos casi exitosos de alcanzar una reconciliación (en 1274 y en 1439), pesaron más los agravios que la concordia, de modo que hubo de esperarse hasta 1964, fecha del encuentro entre el ahora Beato Papa Paulo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, en Jerusalén, al tiempo de levantarse la mutua excomunión y recuperar una línea de diálogo que desde entonces ha ido madurando, y en la que procuró mantenerse al margen el Patriarcado Ruso de Moscú, que se considera, a sí mismo, como el depositario legítimo del Constantinopolitano, toda vez que el secuestro de la Península de Anatolia por parte de los turcos en el Siglo XV, orilló a la evacuación y exilio de una porción grandísima de cristianos a la gélida zona rusa, a cuya estructura política se insertaría entonces de forma íntima el Patriarcado de Moscú.

LAS ARISTAS PARA LA RECONCILIACIÓN
Reciben el nombre de Iglesias Orientales Católicas aquellas que, en los últimos años, han reconocido el Primado (primacía) del Papa, y se aglutinan bajo la jurisdicción de la Congregación para las Iglesias Orientales, una de las instancias del Gobierno de la Santa Sede. Entre ellas, seis ostentan el rango de Patriarcales, aunque algunas, como la Maronita y la Italo-albanesa, nunca han estado en cisma con Roma, y otras han surgido de divisiones de las Iglesias Ortodoxas o de las antiguas Iglesias Nacionales de Oriente, en tanto que la Iglesia Ortodoxa pide, para sí, lo mismo que la Católica: ser la heredera legítima de la Iglesia Primitiva o Universal, y atribuyendo a la otra el haber “abandonado la Iglesia verdadera” durante el Gran Cisma.

EL ENCUENTRO EN CUBA
La coincidencia del 12 de febrero entre el Papa Francisco y el Patriarca Cirilo, de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que tiene 140 millones de afiliados, se engasta en el deseo conjunto de que sea “una señal de esperanza para todos los hombres de buena voluntad”, en el que se aborden asuntos como las relaciones bilaterales y el “genocidio de la población cristiana en Oriente Próximo y en el Norte y el Centro de África”. Sin duda, un buen primer paso para entrar en diálogo con la Iglesia Ortodoxa Rusa, históricamente unida al territorio del Estado que la considera un patrimonio propio.

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