sábado, 13 de febrero de 2016

Aspectos de la inseminación

Convenientes precisiones

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Lic. Eusebio Padilla Gutiérrez

Algunos la llaman “inseminación artificial”, la cual, en sí misma, no es artificial, sino real. Lo simulado es el método para lograrla. Dentro del matrimonio, esta acción solamente se permite cuando los espermatozoides del cónyuge son depositados en la propia matriz de la esposa. Tomemos en cuenta que para realizar este acto, debe sustentarse en una buena causa.
Aquí se refiere a un matrimonio auténtico: la unión del hombre y la mujer ante Dios, por toda la vida. En muchas de las sociedades actuales, se le ha llamado matrimonio a lo que no es matrimonio real.
Fuera de este caso moralmente considerado, no se permite la inseminación, porque si se hace, es adúltero el que proporciona los espermatozoides y adúltera la que los recibe; esto, si es un matrimonio. Ante tal situación, y en otros tiempos, al hijo procreado se le llamaría bastardo o ilegítimo; denominaciones suprimidas por el Gobierno. Ahora se les llama “hijos fuera de matrimonio”.
La inseminación artificial antes dicha, va contra el Mandato del Señor, que predica: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”… Serán una sola carne, y en una circunstancia así, ya hay otra carne, entonces se rompe el contrato matrimonial.
El marido cornudo facilita a su esposa para que otro la fecunde, y de esa manera prácticamente la hace incurrir en prostitución o la convierte en concubina del que pone los espermatozoides. El hijo (si lo hubiere) no es hijo del supuesto padre, porque no es hijo del matrimonio, legalmente hablando. El hijo es del que dio los espermatozoides y de la inseminada.
Si la fecundación se da fuera del matrimonio, no hay adulterio, a no ser que los espermatozoides provengan de un casado.
Si las leyes humanas aprueban la inseminación fuera del matrimonio, según lo anteriormente explicado, dichas leyes son malas, moralmente hablando, pues ofenden a Dios. Si una mujer soltera o viuda es inseminada, peca contra el sexto mandamiento de la Ley de Dios. La inseminación fuera del matrimonio, es mala, insulta a Dios.

BANCOS DE ÓVULOS FECUNDADOS
Existen bancos de óvulos ya fecundados para insertarlos en la matriz de una mujer. Éstos ya abrigan a una persona en embrión. Si por alguna razón llegan a sucumbir, entonces se ha matado a ese ser. Cada óvulo fecundado ya es una persona. Es de tomarse en cuenta que, en el momento de unión entre un espermatozoide y el óvulo, Dios crea el alma humana, la cual es espiritual y eterna.
De igual manera, todos los que trabajan en ese rubro viven en pecado, pues aceptan lo que ahí se hace.
La voz anidación viene de nido. Si un matrimonio acepta la anidación ovular, entonces adopta una persona y legalmente le dan todos los derechos correspondientes. Lo mismo sucede si la anidación es asentida por una mujer soltera o viuda.
Quienes acuden a este proceso de anidación o inseminación, deben estar apercibidos de las posibles taras genéticas (defectos de carácter hereditario). En ese proceso de gestación, los involucrados tienen que entender las siguientes realidades:

a) El genotipo es lo estrictamente heredado por los genes.

b) El paratipo es lo que actúa en la persona, junto con lo heredado; muchas veces dejan huella positiva o negativa. En el caso de un vientre prestado o alquilado, el paratipo, en el proceso gestatorio, dará a ese ser una influencia muy fuerte; es decir, el paratipo de la persona que presta o alquila. Y esto acaece desde el momento preciso de anidación del óvulo hasta su propio nacimiento. La adoptante (la que alquiló o pidió prestado el vientre) no le aporta nada a la criatura. El paratipo, desde la fecundación hasta la muerte, siempre actúa en el genotipo.

c) El fenotipo, es el resultado de la acción del genotipo y del paratipo conjuntamente manifestados: es lo que se ve de la persona.

Insisto en que, de acuerdo a lo analizado, fuera del matrimonio, la inseminación artificial ofende a Dios, Nuestro Señor, porque va contra la naturaleza del matrimonio, institución divina.
Legalmente, tendrían que ventilarse muchos procesos en los juzgados; pero la sociedad y las autoridades prefieren ignorarlos, y así no complicarse la vida.
Creyentes o no creyentes, todos seremos juzgados por Cristo, Señor Nuestro, el día de nuestra muerte; y la sentencia será pública el Día del Juicio Final.

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