viernes, 19 de febrero de 2016

EDITORIAL

Un Pastor atento a las dolencias del rebaño

Francisco es un Papa feliz en la cercanía de la gente; silencioso y profundo en su mirada cuando se carga de oración; también adusto cuando trata temas a fondo; con la preocupación de Pastor cuando mira al rebaño un tanto escuálido de futuro. Siempre sabe, a pesar de sus silencios e interrogantes, dejar que fluyan las aguas cristalinas de la Esperanza.
Obviamente, se nota contento con la proximidad de los sencillos; los busca para encauzar su compromiso pastoral; vierte en la gente todo su entusiasmo por la Evangelización, y tratando de evangelizar, siempre sabe mirar de frente y con ternura; nunca baja la cabeza ante las dificultades y la soberbia ajena; gusta de mirar a los ojos.
Así es Francisco, el actual Sucesor de Pedro; invariablemente valiente ante los problemas. Ha mirado delicadamente su entorno para ser fiel a su tarea y al bienestar de la Iglesia. Ha salpicado con frases comprometidas en diferentes temas que ha tratado, y ya se dice que con tal Pastor nada podrán hacer los lobos de la injusticia.
Algunas frases de la más alta Autoridad Eclesiástica para nuestras comunidades, necesitadas de aliento:
“México es un referente del Continente”. Será por el guadalupanismo… Por supuesto que Guadalupe surge por el binomio de la grandeza de estas tierras que, sin embargo, viven entre desigualdades enormes. Pero, “la riqueza de México hoy tiene rostro joven”, según lo avalan las estadísticas, aunque también por su necesidad y hambre de renovación en enormes tareas de todos los colores políticos, sociales, morales, de identidad eclesiástica, así como de congruencia religiosa.
Nuestro Arzobispo, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, en nombre del Episcopado Mexicano, le dijo al Papa: “…al igual que otras naciones, México enfrenta situaciones difíciles, causadas por personas que, habiéndose dejado seducir por el pecado, provocan injusticia, inequidad, pobreza, corrupción, migración, violencia, daños al medio ambiente, sufrimiento y muerte”. Es, sin duda, toda una radiografía social y espiritual que nos compromete a todos a buscarle cura. Se oye en los pueblos: “Males conocidos, remedio solicitado”.
¿Y, qué decirle a La Morenita, que seduce a sus hijos apenas la miran?… “Mirarte simplemente, Madre, dejar abierta sólo la mirada; mirarte toda sin decirte nada; decirte todo, mudo y reverente”. Y en este contemplar, escuchar que torna a decirnos: “¿Acaso no estoy aquí que soy tu Madre?” Por eso fue muy enfático al exhortar a la asamblea de los Obispos, y en ellos a todos: “No pierdan tiempo ni energías en cosas secundarias, en habladurías e intrigas… en los vacíos planes de hegemonía… no se dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias.”
Expresó también -con conocimiento de causa- que no sólo es cuestión de que existan Leyes al respecto, “sino de responsabilidad”. Es evidente que todos tienen a alguien a su cargo, desde una pequeña familia hasta las altas esferas de Gobierno están incluidas.
…Por las calles de San Cristóbal Las Casas, tapizadas de historias de sufrimiento por parte de muchas etnias y durante siglos, el Vicario de Cristo miró con ternura y sonrió con amplitud. Ya no se le notaron las preocupaciones profundas que con razón expresó en distintos escenarios. Vio también que hay bastantes que sueñan comprometidamente… Y que existen esperanzas fecundas entre tanto sufrimiento.
Habrá que brindar con eficiencia y pulcritud posibilidades de forma permanente en educación, cultura y, por supuesto, en los temas políticos que ha mencionado el Papa, así como en aspectos sociales y económicos cruciales para la Nación; sin duda, debilidades. Poseemos, sí, fortalezas, pero las carencias ensombrecen repetidos intentos.

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