Institución educativa de prestigio
La Universidad Pontificia de México, primera en el Continente Americano,
tiene sus orígenes hace más de 400 años, en los que ha formado
grandes hombres de Fe, en períodos interrumpidos.
Sergio Estrada González
Ciudad de México
Ubicada en el Centro del Pueblo de Tlalpan, al Sur de la Capital de la República, se erige la Universidad Pontificia de México (UPM), “la Universidad de los Obispos” en el país, avalada por la Santa Sede. Se considera continuadora de la Real y Pontificia Universidad de México, promovida por el primer Obispo, Fray Juan de Zumárraga, y por el primer Virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, e instituida por Cédula del Príncipe Felipe el 21 de septiembre de 1551, con el objetivo de que “los hijos naturales e hijos de los españoles fuesen instruidos en los temas de la Santa Fe Católica”.
Más adelante, adquirió todos y cada uno de los privilegios de la Universidad de Salamanca el 17 de octubre de 1562, y luego mediante la Bula Pontificia del Papa Clemente VIII el 7 de octubre de 1595. A decir del Padre Mario Ángel Flores Ramos, Rector de esta Institución, “su fundación fue en el Siglo XVI y es prácticamente la primera en todo el Continente Americano, juntamente con la Universidad de Lima, teniendo una profunda cultura en estos países”.
Dentro de esta Universidad se formaron hombres notables para la Iglesia y la Sociedad durante el período de la Independencia, de 1810 a 1821. La Pontificia y Nacional Universidad de México comenzó a declinar y no tuvo presencia significativa en estos acontecimientos; sin embargo, después de una serie de clausuras y reaperturas, condicionadas por las circunstancias políticas del país, cerró en 1867.
El renacer
Volviendo la tranquilidad a la Patria, luego de los diversos conflictos sociales y políticos de la época, el Arzobispo Primado de México, Cardenal Miguel Darío Miranda Gómez, hizo las primeras gestiones para su reapertura, para lo cual fundó como preparación el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos (ISEE). A su vez, desde El Vaticano, la Congregación para la Educación Católica condicionó, para la reapertura de la nueva Universidad, el que tuviera carácter nacional y estuviera bajo el cuidado del Episcopado Mexicano.
De esta manera, en la XXV Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), en abril de 1980, se acordó solicitar la autorización para fundar en México una Facultad de Teología a través del Obispo Javier Lozano Barragán (hoy Cardenal, avecindado en Roma) y, en 1981 la CEM solicitó formalmente la reapertura de la Universidad Pontificia de México el 29 de junio de 1982.
¿Qué tipo de Universidad es la UPM?
En opinión del Padre Mario Ángel Flores, Rector, “esta Institución Eclesiástica es parte de un conjunto de Universidades en el mundo, que tiene por objeto formar en las Ciencias Eclesiásticas: Filosofía, Teología y Derecho Canónico. Una universidad Pontificia tiene como base dichas materias, y se entiende esta formación en el nivel profesional y de especialización en lo que para la Iglesia es fundamental.
“Así, a diferencia de las Universidades laicas, la UPM propicia una formación propia de la vida cristiana desde el Evangelio y desde la Fe, siendo una manera de vivir. Por eso, la UPM ofrece un modelo de vida que es fundamental para entender al hombre desde la realidad de Dios, dando sentido a una educación religiosa”,
Carreras que se imparten
Rodeada de zonas verdes y de cómodos edificios como la Biblioteca -la más completa del país en el ámbito eclesiástico- y un moderno auditorio con tecnología de punta, en la UPM hay tres líneas generales de estudios, como El Derecho Canónico, del cual se desprende una serie de Carreras como el Derecho Eclesiástico y Civil, formando Abogados.
Otra línea general de estudio es la Filosofía, con áreas de trabajo como Editor, Analista, entre otras.
En la Teología hay varias ramas a conocer, como el estudio de la Biblia; idiomas, como el Hebreo y el Griego, así como la Hermenéutica; Sistemas de Exégesis; Teología Bíblica, Teología Dogmática, Moral, Pastoral y, recientemente, la Teología Guadalupana”.
La UPM aspira a participar en la solución de los problemas sociales de México. No resolverá los problemas, pero, a través de sus disciplinas, es una parte importante de la cultura de nuestro país, que procura mejorar y recuperar lo valioso; es decir, los valores con sentido de Fe, de trascendencia de la persona y la vida humana, en términos filosóficos y teológicos.
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