jueves, 10 de marzo de 2016

EDITORIAL

Mujeres, ni puro adorno ni puro sufrimiento

El Día Internacional de la Mujer se celebra en buena parte de las naciones. Es la oportunidad para que desde diversas trincheras, incluida por supuesto la religiosa, se procure con mayor intrepidez un mejor futuro para toda la raza humana. Sembrar el respeto familiar; desahuciar las leyes que las oprimen, subrayando sus propios Derechos; unirnos a la lucha de cada mujer en cada familia… La Sociedad sigue teniendo deudas pendientes con esa mitad de la Humanidad.
En México, por la acción de las mujeres, las luchas por los Derechos que se les han conculcado, y por ello arrojadas a la indiferencia, hoy brotan algunas alternativas. Con tozudez de madres se dedican a construir horizontes nuevos. Entre el sufrimiento crecen en fortaleza para las luchas nuevas; renacen anónimos corajes y tareas recicladas con rostros diferentes en cada época. Son sudores, audacias, lágrimas que logran graduarse como Historias de Fe.
Durante cada época se ha luchado por restituir su dignidad a las mujeres que son oprimidas, vituperadas o ignoradas. Existen asignaturas pendientes desde aquel día inicial que narra el Libro del Génesis: “Hombre y mujer los creó a su imagen”. El tema de 2016 para el Día Internacional de la Mujer, sugerido por las Naciones Unidas es: «Por un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género».
Ciertamente en cada región hay tareas de familia que no pueden hoy posponerse indefinidamente. Es menester velar para que las niñas y los niños terminen los ciclos de la enseñanza desde Pre-escolar, Primaria y Secundaria. Que sea gratuita, equitativa y de calidad; que tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia en cuanto a salud y alimentación.
La Familia y la Sociedad tienen obligaciones cuya respuesta se ha pospuesto ante tantas mujeres que sólo han probado sufrimientos. Urge poner fin a las formas de discriminación que con engaños suelen dársele a las mujeres. En determinadas partes del orbe hay costumbres e ideologías que van en contra de las mujeres y las niñas. Pareciera que esas mujeres, que viven en rancherías pobres, o las olvidadas entre vecindades llenas de miseria y de descuidos, hubieran sido creadas exclusivamente para el sufrimiento. Hemos tardado demasiados siglos en apenas atenuar las formas de violencia contra todas las mamás, e incluso niñas, en los ámbitos público y privado, añadidas la trata, la explotación sexual y otros tipos de utilización escondidos hasta en oficinas públicas y también en ciertas aberraciones religiosas.
A pesar del maltrato, penurias y formas modernas de esclavitud que muchas mujeres soportan, hay millones de ellas, madres, maestras, trabajadoras sociales, enfermeras, abuelas, consejeras. Tan sólo en nuestra Arquidiócesis, por ejemplo, hay más de 40,000 Catequistas que cumplen con orgullo y eficacia esta tarea de compartir la Fe. Resulta imperioso tomar conciencia para edificar mundos de otro nivel; eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado, o la mutilación genital femenina.
Antaño, dijo el poeta Ramón López Velarde, que México, vale “por el río de las virtudes de su mujerío”. Las hay capaces de sonreír después de llorar toda la noche, porque su lucha es por la tierra, por la vida, por los hombres, para reconciliar a sus hijos, por el pan de cada día…

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