jueves, 10 de marzo de 2016

Refranes Mexicanos

Refranes 5

Texto y Foto: Luis Sandoval Godoy
Formuló: José Sánchez Orozco

16- Harto presto se hace, lo que bien se hace
Andan conjugadas aquí dos cualidades de nuestro diario quehacer: por un lado, la oportunidad, la prontitud, el cumplimiento de una fecha. Por el otro, la calidad del trabajo mismo; su excelencia.
Y, según da a entender el refrán, por encima de todo, ha de estimarse la rapidez con que se salda el compromiso. Antes, se había dicho: rápido y bien, no hay quién.
Con esto, se daba a entender que no es posible hilvanar una cosa con otra. Lo que se hace bien, requiere tiempo, requiere cuidados, requiere minuciosidad.
Hay cosas que no se pueden violentar, y ésas son las que más valen. La fruta en el árbol tiene un tiempo, obedece a un ciclo, requiere de días y soles, de lluvias y vientos…
Imposible que esas frutas o verduras de estufa tengan el sabor, el contenido, la fragancia que posee lo que acarició en su seno la Naturaleza.
Así entonces, lo que bien dice el refrán: si una cosa está bien hecha, con eso cumple. Cumple también con la exigencia de tiempo; su misma calidad lo explica todo.

17- Tener mucho qué decir y poco qué contar, no es de envidiar
Podía pensarse en el gozo de un contador de cuentos. Enmadeja situaciones no imaginadas, crea personajes a su antojo, trama una serie de incidentes que nacieron de su fantasía. Pero, por supuesto, el refrán no habla de éstos.
Tampoco habla de los que dicen, declaman, echan discursos, y quieren establecer criterios, opiniones, rumbos de pensamiento según su caprichosa intención.
A lo mejor esos que dicen mucho, no dicen nada. O dicen lo que les conviene, lo que va a tono con intereses de grupo o de partidos; hoy por ejemplo, cuando muchos quieren llevar agua a su molino.
Esos dicen y dicen, y muchas veces no logran convencer a sus oyentes. Acaso pueden más los que cuentan, los contadores pero no de historias ni de hechos reales o imaginarios.
El refrán, materialista y vulgar, habla de los que cuentan efectivo, metálico, la plata, la moneda, la marmaja.
Por lo mismo, no es envidiable el caso de los que poco cuentan. Es de significación, tienen peso y palabra y fuerza aquellos que “mucho cuentan”.

18- Amigo pidón, no es amigo, sino un gorrón
Obviamente, el refrán nada nuevo está diciéndonos. Lo sabemos, lo hemos experimentado en nuestra vida diaria. Y hasta tal vez hemos aprendido a cuidarnos de esos especímenes; a sacarles la vuelta, a esquivar el sablazo, a defendernos. Así pues, quizá lo mejor del refrán sea su enunciado.
Sobre todo, parece graciosa la creación de un término original: la palabra “pidón”, en referencia al que pide mucho, pide a diario. En nuestro lenguaje acá, empleamos la palabra “pediche’ o “pidiche”, y como que le damos significación de desprecio, de rechazo.
Como fuere, hemos de estar alerta de quien nos sale aquí con gorra grande. Y hemos de darnos el gusto de inventar palabras para ellos y otros que en ocasiones se nos pegan en la vida como parásitos insoportables.

19-Sea leche o sea escabeche, siendo ajeno, ¡eche!
Con mayor o menor frecuencia, todos caemos en actitudes de ésas. Nos gusta lo que es dado, lo que se obtiene sin costo ni gasto.
Hablan de mala manera de “los gorrones”, un término despectivo cuyo origen es desconocido. No sabemos de dónde, pero sí sabemos a quién está dedicado.
Según el refrán, todos cojeamos, mal que bien, de ese pie. Por eso habla de un “alguien” que se pone a echar miradas de hambre a la mesa del vecino.
Y dice lo que dice: el bocadillo ese, bueno; no importa si es de leche o de escabeche… Lo que se busca aquí es que venga la invitación, haya oportunidad de saborear aquéllo.

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