jueves, 3 de marzo de 2016

Espectáculos de terror

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Querida Lupita:

Mis hijos asistieron a un espectáculo de terror que se presentaba en la Ciudad. Les di permiso, pues son mayores de edad y me dijeron que era un show de calidad. Ahora me preocupa que no pueden dormir y hablan mucho de algunas situaciones que vivieron en su infancia y que supuestamente habíamos superado ya. Los veo irritables y están usando muchas groserías al hablar. Es una conducta inusual en ellos. ¿Crees que pudo afectarles esa experiencia?

Rosalinda G.

Querida Rosy:
El avance de la “cultura de la muerte” nos reta a actuar. En esta verdadera anti-cultura se privilegia lo grotesco, lo oscuro, lo destructivo, precisamente aquello que contradice al Cristianismo, que desea hacer prevalecer lo bello, la luz y todo lo que construye y dignifica al ser humano.
Los siguientes datos son aportados por investigaciones científicas acerca de este tema:
¿Qué pasa en tu cerebro cuando ves una película de terror?
Situaciones de estrés agudo, como las que se producen al ver una película de terror, pues obligan al cerebro a reorganizarse y hacen rememorar malos momentos, según revela un nuevo estudio realizado por Científicos de la Universidad de Nueva York, publicado en la Revista Science. Para llegar a esta conclusión, Hermans y sus colegas trabajaron con 80 voluntarios que vieron escenas de terror de la gran pantalla. Imágenes de resonancia magnética mostraron que varias regiones corticales y subcorticales se activaban y aumentaban su conectividad por la acción del neurotransmisor noradrenalina, que reorganizaba sus recursos neuronales. Así, comprobaron que cuando el cerebro se altera por este tipo de experiencias, nuestros sentidos se agudizan y el temor crea un estado de alerta que fortalece los recuerdos de las experiencias estresantes, aunque perjudica nuestra capacidad de análisis. En este proceso se ponen en acción partes del cerebro involucradas en la reorientación de la atención, el aumento de la alerta perceptiva y el control automático neuroendócrino. Por el contrario, resulta casi imposible “deliberar con calma”, concluyen los autores.
Por otra parte, si buscamos la definición de la palabra Terror, encontramos esta descripción:
El terror es una sensación de miedo muy intensa. El miedo se define como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo real o imaginario; cuando éste supera los controles cerebrales y el sujeto no puede pensar de forma racional, aparece el terror.
El terror puede generar sudoración fría, parálisis del cuerpo y, en los casos más extremos, el fallecimiento por paro cardíaco.
Desde luego, hay personas cuyo autocontrol les permite ser menos afectadas, y ellas mismas dicen que “no pasa nada”; sin embargo, hay algo más que debemos considerar:
Los Sacerdotes católicos autorizados a practicar exorcismos y oraciones de liberación coinciden en advertirnos que, al participar de estas experiencias terroríficas, en muchos casos estamos abriendo puertas al Mal para que entre en nuestra conciencia y gobierne nuestra voluntad.
¡No vale la pena arriesgar lo más importante de nuestro ser sólo por satisfacer nuestra curiosidad!
Los cristianos estamos llamados a escuchar al Profeta Amós:
“¡Hagan el Bien y huyan del Mal para que vivan! Entonces, el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales será su ayudador, así como ustedes han dicho. Odien lo malo y amen lo bueno. Conviertan sus Tribunales en verdaderas Cortes de Justicia. Quizás el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales todavía tenga compasión del remanente de su pueblo” (Am. 5, 14-15).

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