jueves, 5 de noviembre de 2015

La Virgen de Zapopan en el Mercado de Abastos

Viento, lluvia y devoción

Zapopana y Rábago RRL

Rafael Ramírez Lira

Desde meses antes, la Visita anual de la imagen de Nuestra Señora de Zapopan al Mercado de Abastos estuvo programada para realizarse el viernes 23 de octubre. Nadie imaginaba con anterioridad que esa tarde, Guadalajara y todas las poblaciones de Jalisco, principalmente hacia la Costa, estarían agitadas por la presencia del Huracán “Patricia”. La Ciudad, hecha un caos por la incertidumbre, la movilización descontrolada, las alarmas y las medidas preventivas. Negocios cerrando antes de tiempo; escuelas vacías y vehículos por todos lados tratando de ganarle al agua.

CONTRATIEMPOS CONTRARRESTADOS
Cuatro de la tarde. Con una pausa en la lluvia, llegó la venerada imagen a la bodega de don Pedro González, donde se habilitó una plataforma especial para la recepción. Monseñor Rafael Hernández Morales, Párroco de Jesús Maestro, como Pastor de toda esta Comunidad del Mercado, dirigió los primeros rezos y cantos en honor de la Reina de Jalisco.
Luego, todo fue una tarde pluvial, pero nada detuvo las muestras de fervor que los comerciantes tienen por la Patrona de la Ciudad y de la Arquidiócesis de Guadalajara. El recorrido se llevó a cabo por la ruta trazada y no cesaron las notas del mariachi que acompañó a tan distinguida Visitante. Vivas, porras y oraciones fueron el común en los lugares por donde iba pasando.
Programada la Eucaristía a las 7 de la tarde, estuvo por momentos en riesgo por la insistente lluvia y los fuertes vientos. El Arzobispo Emérito de León, José Guadalupe Martín Rábago, encabezó la ceremonia y recibió a la Virgen Viajera, que fue colocada al lado del gran Cristo que dominaba desde el estrado.

UN MENSAJE MUY PERTINENTE
La piedad de los asistentes reinaba y, a pesar de todo, la Liturgia de la Palabra fue participativa. El Señor hablaba y resonaba en todos. La visita de María a su prima Santa Isabel, en actitud de servicio.
La homilía giró en torno a tan especial suceso que, año con año, alegra a los comerciantes de este Centro de Abastos, y las bendiciones que se hacen presentes en las fuentes de trabajo, las familias, contra la violencia y el crimen; además, para fortalecer la unidad, la fraternidad y la solidaridad cristiana entre todos.
“Sé también que muchos de ustedes, con gran espíritu caritativo, ayudan a personas e instituciones que, en buena parte, sobreviven gracias a las donaciones que aquí les proporcionan”. El Prelado abundó en la idea de la Unidad como aceptación mutua, convivencia y servicio, superando las sospechas, la desconfianza, los chismes, las calumnias, las competencias despiadadas. “El Evangelio nos invita a ser constructores de una vida que se comparte; a disfrutar el gozo de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos unos a otros; a colaborar en compromisos comunitarios. Así se construye una comunidad solidaria, fraterna, amistosa”.
Un final reflexivo invitó a todos a sumarse en una sola oración de acción de gracias y perdón: “Gracias, Madre, porque siempre has sido para mí una Madre cercana; me has ofrecido tu mano y me has levantado cuando he caído en bajezas. En tus labios ha habido siempre palabras que me alentaron; tus oídos siempre me escucharon. Gracias, Señora, porque me has conducido desde mi niñez hasta tu Hijo Jesús, y en Él encontré la luz que necesitaba cuando mi Fe tambaleaba, la esperanza que ha guiado mis pasos y el amor que ha sido el motor de mi vida.
“También te pido perdón por mi orgullo, por mi vanidad, por tantas palabras ofensivas con que he herido a mis semejantes, por mis cobardías y mi temor al verdadero compromiso. Perdón porque no supe o no quise colaborar a la Unidad; por la mano que no tendí a quien me suplicaba; por la mirada que desvié para no ver a quien me necesitaba; por los oídos que cerré con egoísmo; por la verdad que no dije; por este corazón mío que se llenó de amores envenenados y no supe abrirlo a quienes de mí esperaban, con razón, cercanía, afecto y comprensión. Sé que de Ti no puedo esperar sino perdón y comprensión, porque eres clemente y piadosa, porque eres la siempre dulce Virgen María. Amén”.
Tan intensa la lluvia y tan fuerte el viento, que las palabras de la homilía fueron de las últimas que escuchó la gente… No había condiciones para continuar la Celebración Eucarística, e instantes después de la Liturgia de la Palabra, la Santísima Virgen despidió a todos con su amorosa Bendición. Ahora se prepara la Marcha de la Gratitud de los Socios de la Unión desde las Oficinas del Mercado hasta la Basílica de Zapopan.

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