jueves, 19 de noviembre de 2015

El terrorismo enluta al mundo

De conmoción mundial
Reflexiones sobre los hechos de París

francia

Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero

Los atentados perpetrados en la Ciudad Capital de Francia el viernes 13 de noviembre de este año, nos dejan con varias de reflexiones que es necesario hacer ante semejante ola de violencia que azota al planeta. En este texto, más que mostrar una explicación pormenorizada de los hechos (que algunos Medios de Comunicación han hecho de forma acertada), quiero desarrollar una serie de ideas que nos ayuden a obtener elementos para realizar un discernimiento adecuado, y con ello intentar una mirada y una postura propia e informada.
1. En primer lugar, la violencia –en cualquier tipo de sus formas y manifestaciones– debe rechazarse y evitarse. No hay razón alguna que justifique el que una persona, un Gobierno, un Ejército mate a otras personas. Por supuesto que puede haber castigos y sanciones severas. Incluso podemos aceptar que un individuo en legítima defensa pueda agredir a otro; pero, como asentábamos hace algunas entregas, la violencia genera más violencia, y cuando entramos a una espiral de este tipo, los niveles y la intensidad de la violencia se vuelven interminables y cada vez más catastróficos.
En Redes Sociales apareció un debate respecto a si era legítimo o no solidarizarse con los franceses antes que con los sirios o con los propios mexicanos que han sido víctimas de la violencia en nuestro país. Desde mi punto de vista, es un falso debate, porque si consideramos que la vida de las personas tiene un valor inconmensurable, entonces la dinámica de la solidaridad, naturalmente, tendría que darse para los franceses, los sirios, los palestinos, los migrantes, las personas que son víctimas de la trata y, por supuesto, para las familias de los mexicanos que tienen a alguno de sus miembros desaparecidos. La solidaridad evangélica no distingue creencias, colores de la piel, convicciones ideológicas o nacionalidades (como la del Buen Samaritano). Todos los que son blanco de la violencia merecen nuestra solidaridad y la condena hacia quien perpetra estas violaciones a los Derechos Humanos.
2. El segundo asunto que llama la atención es que parte de las primeras reacciones en la Opinión Pública frente a estos hechos, fueron algunas críticas muy duras hacia las grandes religiones, y cómo los fundamentalismos religiosos son el origen de la violencia. Después de estas aseveraciones, tanto líderes religiosos como miembros de los distintos credos comenzaron a reivindicar la paz como un valor intrínseco de las grandes religiones, y que, sin bien es cierto que existen personas cuyos fundamentalismos les llevan a acciones discriminatorias hacia otros seres, este modo de entender la Fe no es el adecuado. Como ya lo dijo Jesús de Nazareth en los Evangelios: “El sábado es para el hombre; no el hombre para el sábado”. Los atentados en París nos llevan hacia la imperiosa necesidad de generar espacios de diálogo interreligioso y ecuménico, que logre reconocer, en las distintas prácticas religiosas, los elementos más humanizantes que tienen, y no recalcando los aspectos que nos separan.
3. Es común que los discursos pseudo-religiosos o la falsa defensa de valores democráticos sirvan para ocultar las verdaderas intenciones de los actores políticos y, en el caso de los sucesos de Francia, y de los bombardeos de este Gobierno en Siria como respuesta, es un ejemplo de ello. Los intereses geopolíticos de distintas naciones han conducido a que aquella zona del mundo mantenga un grave conflicto bélico, y en medio de esa violencia están seres humanos (mujeres, niños y hombres), civiles, que son víctimas de las acciones de uno y otro lado; y que además de ser los que más pierden en estos enfrentamientos, son utilizados como el pretexto perfecto para mantener la espiral de la violencia. Mientras muchos sigan pensando que las razones y los intereses de los Estados y de los capitales están por sobre el cuidado y el bienestar de todas las personas, no podremos construir un mundo donde prevalezca la paz y el desarrollo para todos.
El gran reto que nos plantean estos lamentables hechos es que, hoy por hoy, la construcción de la paz, basada en la justicia, es un imperativo, no sólo en México, sino en todo el mundo, y la ola de violencia no resuelve los problemas de fondo; sólo logra atemperar algunos efectos, pero lo que sí deja es una estela de odio y rencor que se convierte en la plataforma para que la violencia siga nutriéndose. Por lo pronto, toca alzar la voz en favor de la paz y externar nuestra solidaridad con las víctimas de todo el planeta, sin importar su credo, su nacionalidad o su ideología.

Correo electrónico:
jerqmex@hotmail.com

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