jueves, 12 de noviembre de 2015

¿Es justificable la justicia por propia mano?

Llevados a los extremos

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Uno de los mensajes centrales del Evangelio era superar la Ley del Talión, que decía que tenía que hacerse justicia a partir del “ojo por ojo y diente por diente”. Para Jesús era necesario trascender esta lógica de actuación, a fin de transitar a una perspectiva de perdón, de reparación del daño, de reconciliación y de un juicio justo que atendiera a la dignidad de las personas, incluyendo a los que habían cometido una injusticia.
Cuando la procuración de la justicia está rebasada en crisis sistemática y es incapaz de realizar su función de forma mínima, no es gratuito que se presenten situaciones en que los afectados empiecen a adoptar acciones de protección para sus personas y sus bienes; y en algunos casos, hacerse justicia por propia mano. Esta circunstancia pone en entredicho la existencia misma de un sistema de justicia y es alerta muy preocupante en una comunidad, ya que uno de los supuestos básicos de las sociedades modernas es que existe un pacto social en el que todos depositamos en los Estados algunas de nuestras libertades, en función de que éste procure justicia y seguridad para todos. Cuando este supuesto no se cumple, se están minando los cimientos mismos de las sociedades modernas, y es por ello que la aparición de este tipo de eventos es motivo de reflexión y de emprender acciones inmediatas para su resolución.
En días pasados, en la Zona Metropolitana de Guadalajara supimos de dos personas víctimas de robos por parte de los llamados “motoladrones”, pero en ambos casos quienes habían sido afectados en su patrimonio fueron tras los presuntos delincuentes y los atropellaron con sus autos. En el primer caso, se recuperó el dinero robado, y los rateros estaban heridos por el atropellamiento y luego fueron detenidos. En el segundo caso, uno de los presuntos delincuentes murió, el otro resultó gravemente herido y la persona que había sido víctima del robo, huyó. Este tipo de acontecimientos no se había presentado en la ciudad y se suscitó un debate en Medios de Comunicación y en Redes Sociales sobre la pertinencia de que los ciudadanos se hagan justicia por cuenta propia en caso de ser víctimas de algún delito.
Respecto a esta discusión pública, podemos decir lo siguiente:
a) La aparición de estos hechos, muestra que el hartazgo de la ciudadanía frente a la inseguridad está llegando a su límite, y que al no encontrar respuestas satisfactorias, al ver que la justicia no llega y que los hechos delictivos siguen proliferando, empieza a aparecer este tipo de acontecimientos, y son las propias víctimas las que intentan resarcir el daño del que fueron objeto. Dicho hartazgo habla de una falta de confianza profunda hacia las Autoridades y de que los ciudadanos tienen dudas fundadas sobre la capacidad de los Gobiernos para resolver el problema de la inseguridad.
b) Cuando las personas se hacen justicia por sí mismas, dos de los efectos más nocivos que pueden presentarse son: que se desate una espiral de violencia y que la respuesta ciudadana frente a la delincuencia genere ‘castigos’ desmedidos y desproporcionados hacia los presumibles delincuentes. Los investigadores que se dedican a los estudios sobre la paz coinciden en que, si una violencia se responde con otra violencia, el resultado no es la paz, sino la mencionada espiral de actos violentos que suelen escalar en nivel e intensidad.
Por otro lado, cuando alguien se hace justicia por iniciativa propia, no es común que se tomen en cuenta los derechos de los presuntos delincuentes, como tampoco el ‘castigo’ proporcional que estas personas deberían afrontar, y por ello podemos ver que un robo puede ser sancionado con un linchamiento o, como sucedió aquí, el hurto de un teléfono celular terminó en la muerte de un individuo. Este tipo de excesos es un riesgo inherente a esta forma de proceder.
c) Finalmente, este problema surge por una incapacidad sistemática de los responsables de la Seguridad, de implementar estrategias y medidas que efectivamente resuelvan este problema. Sólo por citar tres ejemplos muy sencillos para el caso de la Zona Metropolitana de Guadalajara: hasta ahora no se ha cumplido la disposición de que las personas que viajan en motocicleta deben portar un chaleco en que se miren plenamente identificados los datos del vehículo; que en algunas motos no se permita que vayan dos tripulantes, simplemente por el hecho de que, por el espacio disponible de asientos, puede resultar peligroso para sus ocupantes; y que la forma de conducir de los motociclistas tiene que apegarse a las Reglas de Tránsito; por ejemplo: impedir que circulen en los espacios que hay entre los autos. Por supuesto, este género de medidas tiene que ir acompañado de una estrategia bien diseñada y con soporte de inteligencia policial, con tal de contener este tipo de delitos.
Frente a este fenómeno, lo que no podemos admitir es que se avale en la Opinión Pública que la justicia por propia mano es la solución a los problemas de inseguridad, El camino está en seguir exigiendo a las Autoridades que cumplan con su deber.

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jerqmex@hotmail.com

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