jueves, 26 de noviembre de 2015

Bendito Adviento, germen de Esperanza

Adviento, tiempo de esperanza
¡Alegrémonos, que viene el Hijo de Dios!

Ya huele a Navidad y comienzan los preparativos; el primer indicio es la llegada del Adviento, un tiempo de preparación, de oración, en el que habremos de estar vigilantes ante la Venida de Nuestro Señor.

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Dulce Natalia Romero Cruz

La palabra ‘Adviento’ es de origen latino y quiere decir: VENIDA. Para nosotros los católicos, es un lapso de espera, un período especial para preparar nuestro espíritu para el Nacimiento de Jesucristo.
Es una oportunidad para hacer un examen de conciencia y llegar al reconocimiento y arrepentimiento de nuestras faltas. Es el momento para que, a través de la Confesión, el arrepentimiento personal, pidiendo al Señor el dolor de nuestros pecados, y el Sacramento de la Comunión, nuestro corazón, donde va a nacer el Niño Jesús, esté dispuesto y preparado. También debemos hacer propósitos de una nueva vida, de cambiar, de restituir, de mejorar en nuestros caminos, de llevar a la práctica las virtudes y procurar actitudes de vida nueva.
El tiempo de Adviento abarca cuatro semanas antes de la Navidad, y en este año 2015 será del 29 de noviembre al 24 de diciembre. Sugerimos una tarea para cada una.

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LOS PREPARATIVOS
El Señor viene, viene a mí y a mi casa, donde toda la familia se reúne para festejar su Nacimiento. ¿Cómo estar dispuestos?

1) Hay que hacer una buena limpieza de la casa.
Así como no deberíamos recibir al Hijo de Dios en una casa llena de suciedad, Jesús no podría hospedarse en mi alma si esta está llena de pecados.
La mejor manera de preparar nuestra alma para ésta tan esperada venida, es reflexionando sobre las cosas que nos separan de Dios. Hagamos un examen profundo, pensando con cuáles de nuestros actos le ofendemos. Después, hay que esforzarnos por hacer una buena Confesión, pidiendo de corazón a Dios perdón por haberle ofendido a Él, que tanto nos ama. Finalmente, hagamos un firme propósito de enmendarnos, de poner los medios concretos para cambiar.
Veamos que, una vez con el alma limpia, estaremos mucho mejor dispuestos a seguir con los preparativos.

2) Hay que recoger el tiradero, el desorden, poner orden en casa.
Es muy fácil volver a ensuciar la casa, y lo mismo pasa al ensuciar nuestro corazón, si no ordenamos nuestras ideas, creencias y prioridades.
Poner prioridades significa pensar qué es lo más importante en mi vida. Como católicos, lo primordial debiera ser prepararnos para la vida eterna y ser infinitamente felices con Dios.
Cuando a Jesús le preguntaron cuál es el Mandamiento más grande, dijo: “Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Haciendo este ejercicio, podemos ver en cuántas cosas invertimos tiempo, esfuerzo y vida, que no nos llevan a cumplir este Primer Mandamiento de la Ley de Dios, y el poco tiempo que dedicamos a cultivar la oración, los Sacramentos, las virtudes, el amor, las obras de caridad, el perdón…
En la Segunda Semana de Adviento escribamos las cinco cosas más importantes para nuestra Salvación y lo que pensamos hacer para lograrlas. También escribamos cinco cosas en las que perdemos el tiempo y no son importantes.

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3) Hay que adornar, pintar, poner flores; que se vea más bonita la casa.
Una vez limpia y ordenada la casa, ahora sí se le puede adornar. ¿Cómo adornar el alma para recibir al Hijo de Dios dignamente?
El alma se embellece con las virtudes. Cultivando las acciones buenas, por ejemplo siendo sencillos, sirviendo o haciendo favores a los demás, siendo amables, hablando bien de los otros, ayudando a aquel que está en una situación más difícil que la mía, aceptando y teniendo paciencia con aquel que me cuesta, perdonando a aquel que me ofendió…
Para la Tercera Semana tratemos de llenar el alma de muchas obras buenas. Además, al finalizar la semana, reflexionemos acerca de la satisfacción y felicidad que nos dejaron estos buenos actos y de la felicidad que proporcionamos a los demás. ¿Valdría la pena seguir así aunque acabe el Adviento?

4) Hay que preparar con alegría el recibimiento.
¡Todo casi listo en la casa! Ahora es tiempo de pensar en el Invitado Especial, que es nada más y nada menos que Jesucristo, el Hijo de Dios.
La más grande prueba de que Dios nos ama infinitamente es haber mandado a su Hijo Jesús al mundo para salvarnos. Reflexionemos en esto, en que, gracias a su advenimiento, es que podremos un día ir al Cielo y gozar de la Vida Eterna.
Por ello el Adviento es, entonces y sobre todo, un tiempo de alegría profunda.
Tomemos en cuenta todos los personajes que participaron de cerca en el Nacimiento de Jesús: San José, la Virgen María, los pastores, los Reyes Magos… todos eran felices. De igual manera, nuestra vida debe ser también como un Adviento un poco más largo, una alegre espera de ese momento definitivo en el que nos encontraremos por fin con el Señor para siempre.
Que nuestra alegría no dependa de las cosas de la Tierra: noticias, salud, tranquilidad, desahogo económico para sacar la familia adelante, etcétera. La verdadera alegría cristiana, ésa que trae una paz y serenidad que nadie puede quitar; sólo la tiene aquel hombre que logra escapar de sí mismo, cuando ama a los demás y hace la Voluntad de Dios.
En este Adviento tratemos de vivir esa alegría, con una sonrisa, una palabra cordial, un elogio, evitando hacer tragedias por cosas de poca importancia que deberíamos dejar pasar y olvidar. Así, podremos contribuir a hacer más llevadera la vida de las personas que nos rodean y, principalmente, dar testimonio de nuestro vivir como cristianos, porque ésa es una de nuestras grandes misiones: llevar la alegría del Evangelio a un mundo que está triste porque ha decidido alejarse de Dios, sacándolo de su vida.

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PROPUESTAS PARA VIVIR EL ADVIENTO EN CASA:

A) Nacimiento, Belén o Pesebre. Se prepara un Pesebre para que el Niño Dios nazca. El Nacimiento tiene que llevar los personajes principales, como María, José, el Niño (que se coloca el 24 de diciembre), los Tres Reyes Magos, un Ángel y los animales. Hacerlo en familia, fortalece la sana convivencia y la transmisión de la Fe.
B) Corona de Adviento. Existe la tradición de hacer en casa una “Corona”, que es un círculo de follaje verde (natural o sintético), envuelta con un listón rojo, y en cuyo centro se colocan 4 velas para que la familia encienda una cada Domingo de Adviento mientras hace oración.
Dicho círculo simboliza la eternidad, el color verde significa la vida y la esperanza. El listón rojo representa el Amor de Dios que nos envuelve, y también nuestro amor, que espera con ansiedad el Nacimiento del Hijo de Dios. La luz de las velas simboliza nuestra Fe.
C) Calendario de Adviento. Se trata de hacer un calendario en el que se marquen los días del Adviento y se escriban los propósitos a cumplir, para llegar con un corazón preparado y dispuesto al Nacimiento del Señor.

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¿CUÁL ES EL COLOR LITÚRGICO DEL ADVIENTO?

El color de los ornamentos del Altar y la vestidura del Sacerdote es el morado, igual que para la Cuaresma; días penitenciales, y que da a entender austeridad y penitencia.

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ALGUNAS CITAS DE CONSULTA

Con la llegada de Cristo, se cumplen las Profecías:
-Isaías 2, 1-5; 11, 1-12; 35.
-Miqueas 5, 1-4.
-Lucas, 1, 68.
-Joel 2, 1-11.

San Juan Bautista
El Precursor del Salvador

No hay en boca de Jesús elogios más intensos ni palabras más llenas de admiración, que las conservadas por la tradición evangélica referidas a Juan el Bautista: “En verdad os digo que no ha nacido de mujer, nadie más grande que Juan el Bautista”… (Mt 11, 11) Su vida no conoció límites para demostrar, con hechos, su amor a Cristo. Hoy, ese ejemplo sigue vigente.

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Rebeca Ortega Camacho

Las fuentes principales relativas a la vida y ministerio de San Juan Bautista son los Evangelios. De éstos, San Lucas es el más completo, recogiendo las maravillosas circunstancias que acompañaron el nacimiento del Precursor, así como detalles sobre su ministerio y su muerte. El Evangelio de San Mateo se mantiene en estrecha relación con el de San Lucas, en cuanto se refiere al ministerio público de Juan, pero no contiene nada de lo relativo al comienzo de su vida. De San Marcos, cuyo relato de la vida del Precursor es muy escaso, no puede recogerse algún detalle nuevo. Finalmente, el Cuarto Evangelio tiene esta especial característica, que da el testimonio de San Juan tras el Bautismo del Salvador. Aparte de las indicaciones suministradas por estos escritos, se producen otras alusiones en pasajes tales como Hechos, 13, 24; 19, 1-6; pero son pocos.
Es llamado el Precursor porque ‘caminó’ primero que Jesús. Fue anunciando previamente al Señor, nació y predicó el Reino de Dios primero, y también murió antes que Jesús. Cada año, la Iglesia nos hace actual el testimonio de Juan Bautista y de su actitud frente a su mensaje. De este modo, Juan está siempre presente durante la Liturgia del Adviento.

El nacimiento del último Profeta
San Lucas nos cuenta con detalle el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1, 5-25). “La Iglesia celebra el nacimiento de Juan (24 de junio) como algo sagrado, y él es el único de los Santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo.
“Juan nace de una anciana estéril; Jesús, de una jovencita virgen. El futuro padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen María cree el anuncio del Nacimiento de Cristo y lo concibe por la Fe.
“Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: ‘La Ley y los Profetas llegan hasta Juan’. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado Profeta en el seno de su madre. Aún no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda demostrado de quién es Precursor, antes de que él lo vea.
“Finalmente, nace, se le impone el nombre, y queda expedita la lengua de su padre. Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el Precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de Aquél a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías, tiene el mismo significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la Cruz.
“Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquél que es la voz. En efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: ‘Dinos quién eres’. Y él respondió: ‘Yo soy la voz del que clama en el desierto’. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera; Cristo, la Palabra Eterna desde el principio” (Sermones de San Agustín de Hipona, Obispo -Sermón 293, 1-3: PL 38, 1327-1328-).

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Bautizaba con agua
“Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados” (Mt 3, 5-6). Él predicaba el bautismo del arrepentimiento, en preparación para la venida del Mesías (Lc 3, 4-14).
El bautismo de Juan complementa su labor preparatoria, en su sentido básico, que fue un acto simbólico para la purificación del pecado, y fue acompañado, en consecuencia, por el arrepentimiento.
Además, el arrepentimiento y bautismo predicado por Juan llevaba a la acción. Al igual que los Profetas antes que él, Juan predicó el activismo social. No basta con creer en Dios, con ser hijos de Abraham. Un pueblo dispuesto a encontrarse con su Dios demuestra buenos frutos en sus asuntos cotidianos. Cualquier persona que tuviera más comida o ropa que la necesaria, era exhortada a compartir; los que ocupaban puestos de poder, tenían prohibido el uso de la extorsión; todo el mundo estaba obligado a tratar a sus inferiores y superiores por igual, con respeto y amabilidad (Lc 3, 11-14).
San Lucas resume en una frase toda la actividad de Juan: “Anunciaba al pueblo la Buena Noticia” (Lc 3, 18).

Estilo de vida
“Y él, Juan, tenía un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero a la cintura; y su comida era de langostas (saltamontes) y miel silvestre” (Mt 3, 4).
Su manera de vestir y su forma de comer recuerdan el paso del pueblo de Israel por el desierto, cuando se encontraba en camino desde Egipto a la tierra prometida.
En su mensaje de reforma social, la predicación y la vida de ascesis de Juan se entrecruzan. No podría haber tenido tanto éxito con las multitudes si hubiera tenido un abrigo extra. Él habría perdido credibilidad si se hubiera permitido ocasionalmente alimentos ricos o placeres caros, que condenaba a otros. La austeridad fue el sello de la autenticidad de su mensaje. Mediante su ejemplo, movilizó a aquellos que nunca hubieran reaccionado por medio de palabras solamente. Sus oyentes capturaron una visión de santidad que era totalmente de otro mundo; pero que, sin embargo, era práctica y pertinente.
Por último, los sermones de Juan fueron hechos con profunda humildad y auto-conocimiento. “Él confesó y no negó, sino que confesó: yo no soy el Cristo” (Jn 1, 20). Ni siquiera se consideraba suficientemente digno de desatar la correa de sus sandalias (Jn 1, 27).
Juan entendió que su vocación no era la de reunir seguidores en torno a sí mismo, sino la de invitar a la gente a ir hacia Cristo. “Él debe crecer, y yo tengo que menguar”, dijo (Jn 3, 30). Esa frase, por sí sola, podría proporcionar alimento para toda una vida de meditación cristiana.

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Figura del Adviento
Juan Bautista puede parecer insignificante según las normas del mundo, pero para aquellos que hoy están a la espera de la Segunda Venida, él puede ser un mentor que nos enseña la forma de “preparar el camino para el Señor”.
La historia de Juan enseña que el Mensaje acerca del Dios que viene, debe ser precedido por el Mensaje acerca de quién es Dios. Él conocía vivencialmente el perdón y la misericordia de Dios, de los que hablaba.
Para Juan Bautista, las palabras deben ir acompañadas de acción. No sólo predicaba sobre un Juicio inminente; también vivía en armonía con esa predicación. Por medio de la palabra y el ejemplo, enseñó que los que son perdonados serán generosos, honestos y agradecidos, y que van a caminar, a hablar, vestir y comer de manera diferente a la del mundo que les rodea.
Por último, los que estamos a la espera de la Venida del Reino de Dios, debemos saber quiénes somos. No somos los salvadores del mundo; nuestro trabajo es llevar a la gente a los pies de Jesús, y luego tenemos que hacernos a un lado para que Jesús pueda hacer su obra. Al igual que Juan, debemos estar dispuestos a trabajar sin ver la recompensa, y confiar en Aquél que nos ha llamado.
(Fuentes: Catholic.net; Artículos: “Natividad de San Juan Bautista”, de Teresa Vallés; “Juan Bautista, el Precursor”, del P. Cipriano Sánchez, y “San Juan Bautista: un gran hombre y santo. Modelo de autenticidad”, del P. Nicolás Schwizer. ACI Prensa, Artículo: “Juan Bautista: Figura de preparación”. Por la Enciclopedia Católica Online, “San Juan Bautista”. De encuentra.com, Portal Católico, “San Juan Bautista: ejemplo de valentía y humildad”).

“Juan Bautista, modelo siempre actual para un cristiano. Juan -dijo el Papa- preparaba el camino a Jesús sin quedarse nada para él. Era un hombre importante: la gente lo buscaba, lo seguía porque las palabras de Juan eran fuertes. Sus palabras llegaban al corazón” (Homilía del Papa Francisco, 24-06-2014).
“San Juan no se limita a predicar la penitencia, sino que, reconociendo a Jesús como ‘Cordero de Dios’, que vino para quitar el pecado del mundo, tiene la profunda humildad de indicar a Jesús como verdadero Enviado de Dios, haciéndose a un lado, para que Él pueda crecer, ser escuchado y seguido” (Homilía del Papa Benedicto XVI, 29-08-2012).
“Vemos la bonita figura de Juan Bautista, Patrón de Jordania. Usted, Santo Padre, es el Bautista de nuestro siglo, que prepara el camino al Salvador y exige la conversión del corazón. Que alza su voz contra toda injusticia, contra toda violencia en defensa de los más débiles. Santo Padre, ¡necesitamos tanto de su palabra serena, fuerte, y decidida! Pero, no por último, necesitamos de su sonrisa y de su buena salud” (Patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal, en sus palabras de agradecimiento y reconocimiento al Papa Francisco, durante su viaje a Tierra Santa, en mayo de 2014).

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