jueves, 12 de noviembre de 2015

El Seminario Mayor, “huella que deja huella”

Una Casa de 65 años

Bienvenida al Mayor

Josué Raúl Macías Carrillo,
3º de Teología

En la vida existen personas que dejan huella, y nuestro Seminario Diocesano es muestra de ello, no sólo por los grandes Santos y hombres virtuosos que de él han salido, sino que la misma edificación de la Casa es el legado de los esfuerzos de muchos benefactores. Ellos contribuyeron para que el proyecto que inició en 1947 se materializara en lo que hoy conocemos como la Casa del Seminario Mayor.

“La casa nueva”
Tal es la expresión con la que los Seminaristas se referían a la finca ubicada a las afueras de la Ciudad de Guadalajara en la naciente Colonia Chapalita, en los años de 1950, después de estar por casi 10 años en las instalaciones de un antiguo Hospital, anexo al Templo Parroquial de San Martín de Tours, en el Sector Libertad, que fungía como sede del Seminario Mayor y Menor, precedida por una estancia junto a San Sebastián de Analco, en el Sector Reforma, tras años de andar errantes los levitas a causa de la Persecución Religiosa. Así pues, a mediados del siglo pasado,
por fin estrenarían un espacio acondicionado para continuar los estudios superiores de su formación sacerdotal.
El gran celo pastoral del sexto Arzobispo de Guadalajara y después primer Cardenal mexicano, Dn. José Garibi Rivera, lo llevó a buscar un lugar para construir su Seminario. Fue entonces cuando el señor José Aguilar Figueroa, iniciador de la construcción de la Colonia Chapalita, donó los terrenos para la edificación de la Casa.

Manos a la obra
El proyecto estuvo a cargo del Presbítero e Ingeniero Pedro Castellanos Lambley, quien durante tres años trabajó en la obra constructora, y se vio apresurado debido a la urgencia de que los Seminaristas necesitaban un espacio digno y amplio, pues ya no cabían en la vieja casona de San Martín. Fue entonces que el 31 de octubre de 1950 los alumnos mayores, que eran alrededor de trescientos, se mudaron a la Casa de Chapalita, aún inconclusa, para trabajar en el acondicionamiento de la misma.
Y aunque no contaba con la Capilla que ahora posee, y sin haber terminado su Biblioteca, el edificio fue bendecido el 20 de noviembre del mismo año por el Delegado Apostólico de la Santa Sede en México, el Arzobispo italiano Guillermo Piani, acompañado del Arzobispo Metropolitano, José Garibi, y siendo Rector del Seminario el Padre José Salazar López (con el tiempo, Obispo de Zamora, séptimo Arzobispo de Guadalajara y tercer Cardenal mexicano).

Huella indeleble
Este local, que por 65 años ha albergado a los Seminaristas estudiantes de las Facultades de Filosofía y de Teología, es no sólo una edificación referente para la vida de nuestra Arquidiócesis, sino también para los que en ella han habitado, pues guarda muchas experiencias, memorias y anécdotas de acontecimientos que se han quedado grabados en la vida de quienes por ahí han pasado.
La “Casa nueva” sigue en funciones, y aunque ya no se ve tan nueva que digamos, está en continuo mantenimiento y remodelación, para que siga siendo un espacio decoroso y propicio para la formación integral de los futuros Sacerdotes, los cuales seguirán dejando la huella de Cristo en las comunidades a las que serán enviados una vez concluida su formación inicial.

Innumerables huéspedes distinguidos ha tenido de visita el Seminario Mayor, incluyendo a Obispos, Arzobispos y Cardenales del orbe entero. Sin embargo, la visita de mayor lustre (y de ello da cuenta una placa testimonial alusiva) ocurrió el lunes 30 de enero de 1979, con el arribo y saludo del Papa Juan Pablo II, hoy Santo, a invitación expresa del Cardenal Arzobispo José Salazar, entonces también Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

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