jueves, 3 de noviembre de 2016

EDITORIAL

México respira entre tanta violencia

Decían los antiguos que el vacío de Poder conduce a la incertidumbre en todos los niveles; afloja las tuercas de la cordura, y se llega así a una Sociedad permisiva en muchos sentidos, sin conciencia del respeto por Leyes e Instituciones ni por creencias religiosas. Hay indecisión y desconfianza en los asuntos públicos.
No es consuelo saber que en el mundo hay demasiados muertos. La violencia se valida a sí misma como desquite del sufrimiento, de la pobreza, de la ausencia de valores y de educación. Ciertamente es más grave ese terrorismo nacido de preceptos religiosos, invocados como razón para destruir, atacar.
El mundo camina a contrapelo de incongruencias sociales, económicas, religiosas, culturales y políticas. México, en particular, sufre por ser punta de lanza de los países pobres y por la cercanía a las naciones poderosas. Destacan las “peregrinaciones” sin límite de inmigrantes que circulan por nuestras ciudades. El mundo busca culpables. Hay incertidumbre, violencia económica. Los crímenes y sus autores no están lejos. Los conocemos casi con nombre, apellido, domicilio, y algunos, por sus puestos públicos.
Hemos llegado a una Sociedad en descomposición. Nuestras carencias nos deprimen; no obstante, nuestros valores nos urgen a levantar la cabeza. Y, sin embargo, evadimos compromisos sociales, políticos, de Credo. En vastas regiones la educación es todavía hambre no satisfecha.
Existen demasiadas piedras manchadas de sangre en el territorio nacional. Hay miseria, furor anidado con rencor en las familias. Los crímenes son una especie de desquite contra la Sociedad, por la ignorancia, el resentimiento. ¡Hay hasta delincuentes en puestos otrora honorables! Crímenes a mansalva, ajustes de cuentas.
Desasosiego social que impera en pueblos, hogares, iglesias. La indigencia es la consejera más cercana a la violencia, con tal de comer sin trabajar. Hay cerrazón social que se percibe en ciertos estratos sociales contra los que menos tienen. De esta situación, la indigencia callejera, a los robos, hay sólo un paso seguro e inminente; el caldo de cultivo está en los mismos Gobiernos que carecen de proyectos sociales congruentes; las dádivas “generosas” que ofrecen son parches mal puestos.
En numerosos pueblos se vive una precariedad económica lastimosa. Situaciones dolorosas en más del 50% de las familias mexicanas. Hay, en contraparte, sueldos obscenos, estratosféricos, que percibe la clase política con descaro. El no tener lo mínimo para sobrevivir desespera a las familias, las coloca al filo de la angustia y al borde de tomar soluciones equivocadas.
Durante su venida a México, el Papa Francisco fue testigo y Padre angustiado por la pobreza que vive el país. Invitó a tener presente a aquellos que sufren “la nueva esclavitud de la miseria, del trabajo mal remunerado. En otra ocasión, dijo: “Luchemos todos juntos contra el ídolo dinero, contra un sistema sin ética, injusto, en donde se imponen leyes inhumanas.
El valor de cada persona, para muchos, sale sobrando. Hay víctimas en numerosos sentidos: trata de personas, narcotráfico, trabajo como esclavitud, demasiados niños y mujeres que sufren distintas formas de violencia”… ¡Hoy, se necesitan respuestas!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario