jueves, 29 de octubre de 2015

¿Qué relación deben tener la Iglesia y las diversas religiones?

El Papa explica:

“El Señor desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tales, formando la gran Familia humana en la armonía de la diversidad”.

Nota 1

CIUDAD DEL VATICANO- Fueron las palabras del Papa Francisco, en la Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro, dedicada a los 50 años de la histórica Declaración Nostra aetate, el Documento del Concilio Vaticano II que supuso un antes y un después en la relación con el resto de confesiones religiosas, sobre todo con el Judaísmo. Se trató, por tanto, de una Audiencia interreligiosa.
El Santo Padre, después de escuchar los saludos del Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el Cardenal Jean Louis Tauran, y del Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el Cardenal Kurt Koche, habló de la necesidad de convivencia pacífica en nuestros días.
“El conocimiento, el respeto y la estima mutua constituyen la vía que, si vale de manera peculiar para la relación con los hebreos, vale análogamente también para las relaciones con las otras religiones”, aseguró el Pontífice.
“Pienso, en particular, en los musulmanes que –como recuerda el Concilio– adoran al Dios único, viviente y subsistente, misericordioso y omnipotente, Creador del Cielo y de la Tierra, que ha hablado a los hombres”, dijo parafraseando la propia Nostra aetate.
“El diálogo del que tenemos necesidad tiene que ser abierto y respetuoso”, porque “entonces se revelará fructífero”.
Así, “el respeto recíproco es condición y, al mismo tiempo, fin del diálogo interreligioso: respetar el derecho de todos a la vida, a la integridad física, a las libertades fundamentales; es decir, la libertad de conciencia, de pensamiento, de expresión y de religiones”.
Afirmó que “el mundo mira a los no creyentes, nos exhorta a colaborar entre nosotros, y con los hombres y mujeres de buena voluntad que no profesan ninguna religión nos pide respuestas efectivas sobre numerosos temas: la paz, el hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, en particular aquella que se comete en nombre de la religión; la corrupción, el degrado moral, la crisis de la Familia, de la economía y, sobre todo, de la Esperanza”.
Saludó a las numerosas personas que participaron del encuentro y que pertenecen a otras confesiones religiosas.
Uno de los cambios producidos en la relación entre las religiones en este tiempo, es que “indiferencia y oposición han dado paso a la colaboración y la benevolencia. De enemigos y extraños, nos hemos convertido en amigos y hermanos”.
El Papa terminó su intervención recordando el próximo Jubileo de la Misericordia, que comenzará el 8 de diciembre, Solemnidad de La Inmaculada Concepción. “Es una ocasión propicia para trabajar juntos en el campo de las obras de caridad”, y a la que “pueden unirse muchas personas que no se sienten creyentes o que se encuentran en la búsqueda de Dios y de la Verdad”.
Al final, invitó a los presentes a rezar en silencio según la religión que profesara cada uno (ACI).

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