jueves, 8 de octubre de 2015

Amor único a la Madre de Dios, en el Seminario

Devoción a la Patrona

El Seminario Diocesano de Guadalajara tiene un singular amor a la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Zapopan, que estalla, en principio, en dos acontecimientos.

MG 0214

Isao Leonardo Estrada Aranda,
3º de Teología

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El viernes 11 de septiembre tuvimos la dicha de recibir, como cada año, la bendita imagen de “La Generala” en nuestra Casa Mayor…
Ahí se respira, especialmente en ocasiones así, el ambiente de oración y alegría. Alrededor de las 5 de la tarde, los Padres Formadores y los Seminaristas, desde aquellos que están en el Seminario Menor cursando la Preparatoria, que son alumnos del IVA (Instituto de Vocaciones Adultas) o del Curso de Nivelación, junto con quienes cursamos los Estudios Superiores de Filosofía o de Teología, además de fieles que son vecinos de la Colonia Chapalita, recibimos la taumaturga imagen con una procesión hasta el interior de la Capilla, donde se le había preparado un Monumento.
Uno de los Padres Formadores presidió la alabanza del Canto de la Salve, entonada por la Schola Cantorum del Seminario Menor, seguida de la Celebración de la Eucaristía. Por la noche, los Seminaristas Mayores rezamos solemne y devotamente el Santo Rosario, y concluimos con una fiesta popular, incluyendo quema de castillo y juegos pirotécnicos, como se usan en cada Parroquia cuando los visita la venerada imagen.
Con las tradicionales “Mañanitas” a María Santísima y los Laudes solemnes, empezó nuestro día, antes de despedir a la Patrona de la Arquidiócesis. La Santa Misa fue el centro de esta visita y concluimos con el rezo del Rosario, haciendo un recorrido por los jardines de nuestro Seminario, donde se montaron altares, elaborados por los mismos estudiantes de las Facultades de Filosofía y de Teología; altares hechos con sencillez, no exenta de majestad y santidad.

Patrona vocacional
Casi a un mes de este hecho, nos preparamos para el acontecimiento culmen. En la víspera del 12 de octubre, en esta ocasión el domingo 11, el Pueblo de Dios se inundará de alegría al renovar el Patrocinio de la Virgen de la Expectación en nuestra Arquidiócesis de Guadalajara. Todos los corazones de los fieles se llenan de emoción, y en el Seminario Diocesano no es la excepción, puesto que no hay Seminarista que no tenga a la Virgen María como fiel intercesora de su vocación.
Nuestra participación en este Programa de alcance diocesano comienza al dirigirnos todos a la Explanada del Instituto Cultural Cabañas, donde se lleva a cabo la Sagrada Eucaristía. Y, aunque a veces el clima no parezca favorecernos (por las lluvias que pueden suscitarse), alrededor de las 6 de la tarde, el canto de entrada que entona la Schola Cantorum del Seminario Mayor, junto con la Escuela Diocesana de Música Sacra, nos indica el momento de recibir a nuestra Madre y al Obispo que preside la Santa Misa (está previsto que sea el señor Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito Metropolitano).
Tras recibir a Jesús Sacramentado, los Seminaristas somos convocados a formar la valla y a atender nuestras respectivas comisiones. Este año, el Seminario estará apoyando con 100 alumnos, en conjunto con Personal de Protección Civil, para resguardar el orden y atender alguna emergencia en tanto se realiza la Peregrinación, acompañando a la venerada imagen desde la Explanada del Cabañas hasta la Catedral Basílica. Una vez ahí, concluida la Procesión, regresamos a nuestro Seminario para descansar unas pocas horas.

La hora ha llegado
Al día siguiente, el timbre suena a las 5 de la mañana, y nos indica que iniciemos nuestro día encomendándolo a tan grandiosa Mujer con el rezo del Ángelus. Motivados así, nos alistamos para dirigirnos en autobuses rumbo al punto de reunión.
Durante el camino, a veces, el agobio del calor y, en ocasiones la lluvia, provocan cansancio físico, aunque rápidamente suelen presentarse algunas personas de buena caridad para ofrecernos agua, un limón o una naranja para rehidratarnos, restablecer un poco las fuerzas y llegar hasta nuestro destino.
Pronto percibimos las torres de la Basílica de Zapopan, que nos anuncian que falta muy poco para arribar, y la tensión y el ambiente festivo que se respira nos hacen olvidarnos de la fatiga, del calor o de la lluvia, pues los fieles nos contagian de su entusiasmo, de su regocijo y su Fe. Así, alentados y con ánimos, entramos al atrio del Santuario de “La Pacificadora” para aguardar su llegada y disponernos a participar en la Celebración del Santo Sacrificio, donde 100 Seminaristas son habilitados para distribuir la Sagrada Comunión a los fieles.
Así es como los Seminaristas vivimos esta piedad popular, con espíritu de gratitud a María, Madre de Dios y Madre nuestra, por haber visitado cada una de nuestras comunidades, incluida la de nuestro Seminario. Por eso retornamos al Seminario llenos de regocijo, para continuar nuestras actividades cotidianas, pero no siendo los mismos, sino llenos de la Esperanza de nuestra Madre, la Virgen María.

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