jueves, 22 de octubre de 2015

“Cristo es el Templo número Uno”

Consagración del Altar y el Templo dedicado a Santa María Magdalena

El 9 de octubre de 1970 se firmó el Decreto de Erección de la Parroquia de Santa María Magdalena. En la misma fecha, pero 45 años después, al concluir la obra material, el Altar y el Templo fueron consagrados a Dios Nuestro Señor.

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Rebeca Ortega Camacho

“Al reinaugurar y consagrar este Templo, nos concede Dios un milagro, en el sentido de que los Templos se consagran una sola vez. Dios nos ha dado la dicha de ofrecerle esta edificación, dedicada a Santa María Magdalena”, señaló el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, quien presidió la Eucaristía.
En punto de las 19 horas comenzó la ceremonia, en la que participaron Sacerdotes invitados, Religiosas y cientos de Fieles que abarrotaron el lugar. El señor Cura José Guadalupe Díaz Cárdenas, séptimo Párroco de la Comunidad, preparó a los fieles durante un Triduo de Misas y charlas, tocando los temas de la historia, la identidad y pertenencia de su Parroquia.
El Cardenal Juan Sandoval expresó durante la homilía: “Consagrarlo para que sea casa de oración, lugar donde resuena la Palabra de Dios y se celebra el Sacrificio de Cristo en la Cruz. Los Templos materiales están en función de los templos espirituales.
“Cristo es el Templo número Uno, es el Templo espiritual donde habita la plenitud de la dignidad. Nosotros, sus discípulos, debemos de ser templos dignos de Dios. Cuando ofendemos gravemente a Dios, seguimos siendo templos, pero abandonados, como esos templos que se dicen cristianizados, pero son bibliotecas, teatros, cines, y ahí no está Dios.
“Los templos materiales son necesarios, porque tenemos un lugar para reunirnos y celebrar los Misterios de la Iglesia. Que quede claro que la función de este Templo que vamos a consagrar será para que todos ustedes, los que conforman esta comunidad cristiana, sean templos vivos de Dios, no templos abandonados”, exhortó el Arzobispo Emérito.

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EL RITO DE CONSAGRACIÓN
El 1° de septiembre de 1964 se colocó la primera piedra de la Parroquia de Santa María Magdalena, en la Colonia Polanco, del Sector Juárez tapatío, quedando bajo la tutoría de la Parroquia de San Pío X. El 20 de mayo de 1969 se nombró al primer Vicario Fijo, el Presbítero Roberto Casillas Casillas.
Como parte final de la homilía, el Cardenal Sandoval explicó el significado de tan importante celebración. La Consagración comenzó clamando a los Santos y Ángeles: “Una vez que se invocan, empieza la ceremonia de Consagración. Hay dos cosas: el Altar y el edificio. El primero significa a Cristo Nuestro Señor, que es, como dice la Palabra de Dios, ‘Víctima, Sacerdote y Altar’”.
La primera acción que se realizó en el Altar fue colocar las reliquias de tres Santos: San Cristóbal Magallanes Jara, San Julio Álvarez Mendoza, Mártires, y de la Madre María de Jesús Sacramentado Venegas.
“Se colocan reliquias en los Altares para seguir una tradición de la Iglesia. Cuando, en el Siglo IV, se empezaron a construir Templos y Altares, se preguntaban qué era lo más digno para colocar sobre ellos, y lo más digno que tenían eran los sepulcros de los Mártires de los primeros siglos”, refirió el Cardenal.
El Altar fue ungido con el crisma santo y también se ungió el Templo, “porque representa a la Iglesia; es decir, los discípulos de Cristo. Escuchamos, en la Segunda Lectura, a San Pedro, decirnos que los que somos de Cristo debemos santificarlo como fieles hijos para formar un Templo”.
A continuación, se colocó sobre el Altar un brasero y se quemó incienso “para que suba al Cielo, hasta la presencia de Dios”. Enseguida se revistió el Altar para el Sacrificio y el Banquete, con un lienzo blanco y elegante.
Por último, se encendieron las velas, que habían permanecido apagadas, y se prendieron hasta después de la Consagración, “porque simboliza un Templo Cristiano”.
“Este momento litúrgico es muy especial para esta comunidad, porque después de mucho esfuerzo, y muchos años, se ha ido poco a poco, con el esfuerzo de todos ustedes, construyendo esta comunidad cristiana. Y le pedimos al Señor que así como el Templo luce ahora, luzca el corazón de cada uno de ustedes como el Templo de Dios”, concluyó el Prelado.
Al finalizar la Misa, la Comunidad festejó con una convivencia en el atrio de la Parroquia; comida, danzas y música acompañaron la alegría de los presentes.

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