Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara
Hermanas y hermanos en el Señor:
Escuchamos la súplica sencilla y sincera, de parte de los Apóstoles, dirigida a Jesús: “Auméntanos la Fe”. La Fe nace del contacto con la Palabra, y ya lo habían tenido con el Señor, pero experimentaban la necesidad de incrementarla, de fortalecerla, como la Fe de su Maestro. De ahí su súplica humilde.
Jesús les responde con un ejemplo, con una conclusión: Cuando ustedes hagan lo que les corresponde hacer, no digan otra cosa sino: “Somos siervos, hemos hecho lo que nos correspondía”.
La Fe no se nos da por lo que hacemos ni crece por lo que creemos merecer, por lo que servimos o damos, como tampoco es fruto de nuestro esfuerzo. Sencillamente, nace, crece y se fortalece con una relación directa y personal con Jesucristo.
Si las obras de nuestra Fe, por ese contacto con el Señor, son obras de Caridad y de servicio para con los demás, no vamos a esperar que nos paguen ni que aumente nuestra Fe. Ésta se incrementa por la relación íntima a través de la escucha de la Palabra, de la oración (diálogo personal), de la comunión en los Sacramentos.
La Fe nos hace mover montañas, tener paciencia, ver con sabiduría los acontecimientos de la vida (como dice la Escritura) incluso, para ver caer a los malvados, para que el justo viva por la Fe.
Cuando ésta se hace vida y es parte de nuestra existencia, por la relación con Cristo, no tiene prisas, no se desespera, no se violenta, no se enoja, no se venga, sino que espera por la fuerza del amor y de la caridad.
Que nosotros seamos esos discípulos que se mantienen en relación y en cercanía con su Maestro, y que esta relación vigorice nuestra Fe y se traduzca en obras de servicio y caridad, sin esperar reconocimiento ni paga, sin esperar que se nos devuelva aquello que dimos por amor y caridad.
De esta forma, nuestra Fe es pura y nuestra caridad es más. Cuando hacemos un servicio, esperando, aunque sea en el fondo, un reconocimiento, quiere decir que nuestra caridad no nace de una Fe auténtica, viva, vigorosa. Es como si nuestra caridad llevara detrás una doble intención.
Por eso, con los Apóstoles, le pedimos al Señor que aumente nuestra Fe; es decir, que la haga madura, que la purifique, que no se apague, que seamos justos, que vivan de la fuerza de la Fe.
Y que aumente la Fe de todos sus discípulos y de los integrantes de las familias; la Fe de los jóvenes. Que nos dé la certeza de estar fincados en Él, anclados en su Amor, ligados por su Espíritu. Entonces, no esperaremos nada a cambio, nada disminuirá nuestro entusiasmo para estar al servició de los demás.
Yo les bendigo en el Nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario