jueves, 9 de octubre de 2014

Grandes Educadores

Los Lasallistas en Guadalajara, desde hace 70 años


Alberto Gómez Barbosa


El 4 de septiembre de 1944, en una finca de dos plantas marcada con los números 73 y 75 de la Calle Hidalgo, abrió sus puertas el Colegio Francisco Febres Cordero, nombre de mundo del Santo Hermano Miguel, de las Escuelas Cristianas, nacido en Cuenca, Ecuador, el 7 de Noviembre de 1854. Los Lasallistas llegaron así a Guadalajara, con el beneplácito de la Sociedad católica, pero principalmente de don José Garibi Rivera, el sexto Arzobispo de Guadalajara, quien puso como única condición el que se abocaran los Hermanos a la educación y formación de niños de clase media, pues los de clase alta ya eran atendidos por los Jesuitas y los Maristas.


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Haciendo memoria

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas tenían presencia y una merecida fama como Educadores en otras Ciudades de la República. Dirigían los Colegios Cristóbal Colón y Simón Bolívar, en la Capital; el Benavente, en Puebla; el Instituto Francés, de La Laguna, en Gómez Palacio; y así varios más.

El Febres Cordero fue fundado por ocho Lasallistas. Como Director vino el Hermano José González Flores; el Hermano Ivo Hernández se hizo cargo del Primer Año; el Hermano Rafael Pulido, del Segundo; el Hermano Alfredo Sánchez, del Tercero; el Hermano Salvador Pérez, del Cuarto; el Hermano José Luis Casillas, del Quinto, y el Hermano Leopoldo Angulo, del Sexto. La Comunidad Lasallista en el país en aquella época contaba con miembros suficientes para cubrir con Religiosos las plazas de Maestros en casi todos sus colegios; situación muy favorable para los alumnos fundadores, pues disponían de la guía espiritual de los Hermanos, reputados como “los mejores Educadores del mundo”.

Tuve la suerte de ser alumno fundador, ingresando al Tercer Año. El primer día de clases asistieron 84 alumnos, y durante los meses de septiembre y octubre nos fuimos agregando más, aunque creo que con dificultad rebasamos el centenar los que terminamos ese primer año de clases en junio de 1945.


arriba2Genuina vocación magisterial

Mucha experiencia apoyaba el quehacer de esta Congregación de Religiosos (no Sacerdotes) fundada en el Siglo XVII por San Juan Bautista de la Salle, Sacerdote francés, nacido en Reims el 30 de abril de 1651. Siendo muy joven, le inquietó la informalidad del sistema educativo de Francia y reclutó jóvenes seglares, a los que preparó para ser Maestros, y con ellos inició las actividades de una escuela gratuita para niños pobres, de la que se derivó la Obra Lasallista. Fue un Reformador de la Educación, implantando por primera vez el horario definido de clases; agrupó a los alumnos por niveles escolares y ordenó dictar las clases en lengua vernácula, prescindiendo de la obligación anterior de impartir la enseñanza en Latín. También fundó la primera escuela que se conoce para la formación de Maestros.

El espíritu lasallista ha dejado profunda huella entre los que fuimos formados por los Hermanos; todos quedamos marcados por sus enseñanzas y ejemplo. Nos hicieron ver con claridad que es más importante para la persona el ser y no el tener; que la cortesía y la amabilidad son importantes formas de la caridad, y nos dieron ejemplo de respeto a los demás con su mismo trato, entre otras cosas, hablándonos de usted a los chiquillos que formábamos el alumnado.


Fe, disciplina y deporte

Nos adiestraron en el juego del volibol, pues en la planta baja de las fincas originales del colegio había un patio que, a pesar de no tener siquiera las medidas oficiales de una cancha, de cualquier manera nos permitía jugar “el voli” en los recreos; pero, de tal manera, que cuando empezaron los equipos del Febres a competir contra otros colegios en canchas reglamentarias, las jugadas nos resultaban más fáciles, y pronto nuestro plantel fue campeón en las justas entre centros educativos.

Recuerdo también que los Hermanos nos llevaban los sábados por la mañana, a pie desde el colegio, ubicado en Hidalgo y la Calzada Independencia, hasta las canchas que entonces estaban en Américas y Garibaldi, a jugar futbol. Puedo presumir que di mis primeros “chutazos” con Sergio Pacheco, quien llegó a ser profesional con el Guadalajara. Regresábamos exhaustos, pero contentos, caminando otra vez hasta el colegio, donde se desbandaba el grupo futbolero.

Por otra parte, nos integraron de forma muy duradera al conocimiento y práctica de nuestra Fe. Asistíamos a Misa de 8 los sábados en el Templo de Nuestra Señora de las Mercedes, que oficiaba el recordado señor Cura Flores, quien en sus juventudes jugó con el Guadalajara. Nos confesaba, de “tres a la vez”, el Padre Chemita González, muy famoso por sus poemas de humorismo involuntario. Yo fui invitado a formar parte del Coro, que actuaba en esas Misas, con mayor o menor éxito, pero con mucho entusiasmo.

Hoy, tenemos la suerte de estar vivos muchísimos de aquellos fundadores. Un grupo de amigos, durante toda la Primaria en el Febres, lo formamos José Pablo Hernández, quien presume que fue el primer alumno registrado el 7 de agosto de 1944, fecha en que iniciaron las inscripciones; Jesús González Rubio; Sergio Mariscal Estrada y quien esto escribe. Dios nos mantiene con vida y reuniéndonos con frecuencia.

Una lista completa de compañeros la integraría más de un centenar; por lo tanto, sólo traeré a la memoria a algunos de los más cercanos: el inolvidable Guillermo Gil y Gil; los hermanos Ricardo, Alberto y Octavio Velazco Ruvalcaba, constructores exitosos; Ernesto y Roberto Aceves, quienes se eternizaron en la C.F.E.; Ismael Vargas Campillo, Médico; Antonio García Medina, Musicólogo, Basquetbolista y Abogado, y José Manuel Naranjo Gascón, compañero años después en la Radio en Crónica Deportiva y Presentación de Noticias.

Acepto que la lista es corta, pero en la actualidad mi memoria es más. Por ello, les ruego disculpar lo breve del listado, pero quiero dejar mejor mi agradecimiento a los Hermanos que pusieron tanto empeño en formarnos. Conversando con antiguos condiscípulos, todos coincidimos en que ellos nos “marcaron con fuego” y que su esfuerzo por hacernos personas de bien lo agradeceremos siempre profundamente.


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